En "Walk Hard: The Dewey Cox Story" (2007), el protagonista (un trasunto de Johnny Cash que va pasando por todas las etapas/lugares comunes de la evolución de la música pop) decide hacer un viaje espiritual a la India para conocer al Maharishi Mahesh Yogi. Allí, como no podía ser de otra manera, se encuentra con los Beatles, en pleno curso de meditación trascendental que, al menos el teoría, debía servir como válvula de escape, como una oportunidad de huír de todo y hallar la paz interior. En lugar de eso, Paul McCartney (Jack Black) le echa en cara a John Lennon (Paul Rudd) que sus canciones más personales no harán otra cosa más que aburrirle cuando tenga 64 años, George Harrison (Justin Long) se queja de que los dos compositores oficiales no dejan que su guitarra llore gentilmente y Ring Starr (Jason Schwartzman) sólo quiere escribir canciones sobre pulpos y jardines. Más allá del chiste beatlemaníaco, esta secuencia supone un testimonio bastante certero de lo que pasó en Rishikesh: los Beatles fueron allí para olvidarse de su vida como superestrellas de la música, pero Lennon confesó más tarde que él y McCartney comenzaron a reunirse clandestinamente en la habitación del otro para escribir gran parte de lo que luego fue el "White Album". En otras palabras, el viaje a la India de los Fab Four no dista mucho del que propone Wes Anderson en "The Darjeling Limited" (2007), en la que otros jóvenes occidentales inmersos en sí mismos pretenden conectar con la espiritualidad que les rodea, pero acaban sin enterarse de nada. Hoy, cuando están a punto de cumplirse treinta años de la publicación del "White Album", proponemos una nueva clave para interpretarlo: es, probablemente, el único disco insoslayable en la historia de la música que se articula en torno a malentendidos, algunos premeditados, otros accidentales y otros insospechados.
"Flew in from Miami Beach BOAC": Back in the U.S.S.R., uno de los temas de apertura más enérgicos de la historia del rock, funciona como un excelente ejemplo de malentendido deliberado: McCartney propone una relocalización del soleado universo Beach Boys que, a su vez, incluía una puya al lema de campaña del primer ministro Harold Wilson ("’I’m backing Britain"). El resultado es una obra maestra —es probable que en el "White Album" esté contenido el mejor McCartney— que rechazaba la obviedad y, por tanto, se prestaba a ser malinterpretada por los dos sectores enfrentados de la sociedad de su tiempo: así, los hippies vieron en ella una festiva celebración del comunismo, mientras que los conservadores ingleses la señalaron con el dedo y gritaron "¡Ajá!". En realidad, ninguno de los dos entendió el verdadero sentido de una humorada que homenajeaba, de manera harto inteligente, a genios como Chuck Berry y Hoagy Carmichael.
"Won’t you come out to play?": Resulta significativo que "Back in the U.S.S.R." se diluya lentamente para dejar paso a Dear Prudence, porque representa la otra cara de la moneda: aquí los Beatles no juegan el despiste, sino que directamente se despistan. La canción está dedicada a Prudence Farrow, hermana de la actriz Mia Farrow, que se encontraba con el Maharishi cuando el cuarteto fue a visitarlo. A Lennon le preocupaba que la chica se encerrase durante horas en una habitación mal iluminada, en lugar de salir fuera y disfrutar del sol en Rishikesh, por lo que escribió una canción para animarla y ayudar a que saliera de lo que él consideraba una verdadera depresión. En realidad, Prudence declaró más tarde que estaba siguiendo las enseñanzas del Maharishi, es decir, meditando, que era por lo que se suponía que todos estaban allí. En otras palabras, los Beatles no se enteraron de casi nada en su viaje a la India y, en consecuencia, se sintieron tremendamente satisfechos de componerle una canción vitalista a una chica que lo único que quería era que la dejaran en paz.
"To help with good Rocky’s revival": Es lógico considerar al "White Album" como el disco más político de los Beatles, pero suele ser por las razones equivocadas. Por ejemplo, The Continuing Story of Bungalow Bill ha sido interpretada como una parábola sobre Vietnam, pero Lennon siempre sostuvo que no había nada de eso (en realidad, la canción se inspiró en una anécdota ocurrida durante su estancia en la India). Rocky Raccoon puede parecer una canción protesta en la onda de Dylan, pero McCartney estaba más interesado en la forma que en el fondo. Revolution 1 habla exactamente de lo que dice en el título, pero técnicamente no es una canción original del "White Album", sino una versión de la cara B del single de "Hey Jude". Es posible que la canción más política del disco sea la menos sospechosa de ello: hablo, por supuesto, de Ob-La-Di, Ob-La-Da, otro ejemplo paradigmático de malentendido beatle. Se trata de una de las canciones más odiadas del álbum (principalmente, por Lennon y Harrison, que en un principio vetaron la posibilidad de ser lanzada con single), normalmente tachada como una melodía idiota sobre una pareja de enamorados que acaban formando una familia. Lo que no todo el mundo conoce es que Desmond era un nombre muy común entre los inmigrantes jamaicanos, además de una referencia al maestro del reagge (y amigo personal de Paul) Desmond Dekker. "Ob-La-Di, Ob-La-Da" apareció en pleno debate sobre la inmigración en Gran Bretaña, con los tories opiniéndose explícita y enérgicamente al mestizaje, por lo que es imposible no pensar en ella como una canción medularmente política, en la que su autor se posicionaba dentro del debate más candente del país. Todos juntos: "And if you want some fun, take ob-la-di-bla-da".
"When I get to the bottom I go back to the top of the slide": Para terminar, el malentendido más infame que provocó el "White Album". Su interpretación más aberrante. Su traducción más desencaminada. El 8 de agosto de 1969, alguien escribió "political piggies" en las paredes del 10050 de Cielo Drive. Con sangre. Era el acta de defunción de la contracultura de los sesenta, su reverso tenebroso, y una mala interpretación de dos canciones del "White Album" (Helter Skelter y, lógicamente, Piggies) jugó un papel importante. La primera debería haber pasado a la historia como primera piedra del heavy metal, la segunda, como broma orwelliana. En lugar de eso, inspiraron a Charles Manson y su Familia a perpetrar los asesinatos en masa más fascinantes de la cultura popular. El fiscal Vincent Bugliosi llegó a utilizar "Revolution 1" como prueba en los juicios, un estímulo al que Manson respondió extasiado (al parecer, creyó escuchar a John Lennon dirigirse personalmente a él por debajo de la música, animándole a que plantara cara a los cerdos ricos de California). Que alguien entendiese "Helter Skelter" como un mensaje codificado sobre una inminente guerra racial en Estados Unidos fue motivo más que suficiente para disparar toda aquella paranoia sobre mensajes satánicos ocultos en el reverso de los discos de vinilo, algo que los Beatles siempre se tomaron como una broma para volver locos a los creyentes en el hoax de la muerte de Paul.
A estas alturas, es probable que haya quedado lo suficientemente claro que no existe sólo un "White Album", sino que hay tantos como oyentes. De repente, la idea de incluír un número de serie en la primera edición deja de ser algo irónico para convertirse en algo muy relevante: esa copia del disco es única, porque no hay dos interpretaciones iguales de un trabajo basado en las interpretaciones erróneas, equívocas o contradictorias. Tampoco debería sorprendernos el números de homenajes, parodias y mash ups a los que ha sido sometido: iniciativas como "The Grey Album", en la que Danger Mouse encontró simetrías pavorosas entre los Fab Four y Jay-Z, demuestran que los Beatles no sólo lograron capturar a la perfección el zeitgeist de su tiempo (1968, no lo olvidemos), sino que también crearon una obra accidentalmente polisémica. Por eso continúa viva treinta años después.