Findelmundialismo

Al parecer, existen razones para que cunda el pánico. Existen razones para salir a la calle y gritar que el fin está cerca. Es muy posible que estemos a punto de desaparecer, en el sentido más amplio de la palabra, y a nadie parece preocuparle demasiado. En estos momentos, es muy posible que el nivel de alarma apocalíptica está aproximándose peligrosamente a los grados más altos: por una vez, la razón no está en los cielos o en la naturaleza (causas más o menos inevitables), sino en nosotros mismos. Concretamente, en un túnel situado entre Francia y Suiza.
El Gran Colisionador de Hadrones (LHC, según sus siglas en inglés) es, básicamente, una máquina gigantesca que podría ser considerada como el mayor laboratorio de física de partículas del mundo. Su función principal es terriblemente compleja de describir, pero digamos que está pensado para lograr colisiones de átomos a velocidades realmente altas, lo que daría como resultado cientos de partículas subatómicas que (al menos en teoría) serían desperdigadas a velocidades cercanas a la de la luz. La principal meta de las cabezas pensantes detrás de LHC es hallar algo conocido como "la partícula de Dios", lo que convierte las comparaciones con Prometeo, Frankenstein y demás mad doctors fatídicos en algo tan fácil que este bloguero se lo va a ahorrar. Por tanto, LHC supondría un paso de gigante en la Teoría de la Gran Unificación, razón por la que todos deberíamos congratularnos de que vaya a ser activado a mediados de este mes.
El problema es que hay una buena probabilidad de que LHC sea, también, una máquina del fin del mundo.
Parte de la comunidad científica internacional está realmente preocupada por las consecuencias imprevistas que podría tener el ingenio: fundamentalmente, la creación de microagujeros negros que, en el mejor de los casos, podrían sentar un precedente verdaderamente antológico para el viaje en el tiempo. En el peor de los casos, podrían acabar con el universo en cuestión de nanosegundos. Lo cierto es que nadie puede describir sin margen de error qué es lo que ocurrirá una vez LHC sea activado: el físico norteamericano Nima Arkani-Hamed ha declarado en "The New York Times" que es perfectamente posible afirmar que la máquina va a crear dragones gigantes y dispuestos a devorarnos. En otras palabras: nadie sabe lo que va a pasar cuando la antimateria entre en juego, aunque la versión oficial es que no hay peligro. De todos modos, conviene estar avisados si un día, de repente, todo lo que estaba ahí deja de estar ahí.