"The problem of leisure": Review de "María Antonieta"
En "A Cock and Bull Story", Michael Winterbottom se acercó a una de las figuras claves de la Europa del siglo XVIII (Tristram Shandy, el influyente personaje creado por Laurence Sterne) con una mirada posmoderna y desmitificadora que, finalmente, lograba decir algo (mucho) sobre nosotros mismos. "María Antonieta" comparte varios elementos con "A Cock and Bull Story", pero la ética que rige ambas cintas no podía ser más distinta: a diferencia de Winterbottom, Sofia Coppola pretende modernizar y hacer accesible a una figura histórica a través de elementos superficiales más que profundos, estéticos más que conceptuales. Así, su película será interpretada como la nueva última palabra en cine de vanguardia cuando, en realidad, es tan rancia y nulamente transgresora como la "María Antonieta" que protagonizara Norma Shearer en 1938. En otras palabras: la directora de "Las vírgenes suicidas" cree que basta con darle a su protagonista unas Converse rosas y acompañarla por los pasillos versallescos a ritmo de The Strokes para lograr una obra revolucionaria, pero el resultado es una película que le podría gustar a nuestras abuelas.
Es posible que la parroquia moderna que aplaudió el impostado angst de Scarlett Johansson en "Lost in Translation" vea una cierta continuidad durante la primera media hora de "María Antonieta", que documenta la llegada a la corte francesa de la candorosa protagonista (una irritante Kirsten Dunst) con la parsimonia y el gusto por lo falsamente poético que la directora ya ha convertido en señal de estilo. Sin embargo, la cosa no mejora cuando nos metemos de lleno en los días de lujo, derroche y decadencia que llevaron al pueblo francés a miseria y, más tarde, a la revolución: la Coppola monta un fastuoso circo de tres pistas (animado con sonidos new romantic) para, en el fondo, no contarnos absolutamente nada. Se puede argumentar que el objetivo era, precisamente, plasmar la frivolidad de la corte francesa en los días previos a la toma de la Bastilla, pero eso no es una coartada cuando también se intenta mostrar, de forma completamente fallida, el lado humano de una protagonista a la que nunca llegamos a conocer del todo (no digamos ya a empatizar con ella): ahí están las escenas que muestran a una María Antonieta enamorándose de un conde von Fersen que parece salido de las páginas de una revista de tendencias o (¡horror!) jugando en la hierba con sus retoños, en la que se confirma como la secuencia más relamida, ñoña, ridícula, presuntuosa (María Antonieta leyendo a Rousseau) y estomagante del cine de 2006.
Por si eso fuera poco, el último tramo eleva el número de despropósitos hasta límites cercanos a la autoparodia involuntaria. Da la sensación de que la directora quiere quitarse de encima el marrón de tener que contar algo realmente serio, de narrar la caída de un personaje al que se ha aferrado con un afán casi marysueista, y decide optar por una solución tan irresponsable como, en el fondo, acorde con todo lo que hemos visto hasta entonces. Coppola compone un exhuberante caramelo visual que saca todo el partido a su banda sonora (¿cómo es posible que un filme que se abre con una de las mejores canciones de la historia acabe siendo tan medularmente insulso?), pero uno no puede dejar de pensar que lo realmente interesante estaba en otro sitio (por ejemplo, en esas masas a las que la directora nunca les da la oportunidad de mostrar su rostro). "María Antonieta" no es un tropiezo en la filmografía de una autora que parecía tener algo que decir en su prometedora ópera prima, sino la película que estaba destinada a hacer: una muestra (pija e inconscientemente clasista) de arte superficial que da su público exactamente lo que quiere, le extirpa la gracia a sus actores cómicos (Steve Coogan, Jason Schwartzman y Molly Shannon, como en su día le pasó a Bill Murray), confunde la cursilada con la poesía, aplica cargas de profundidad a una narración profundamente anodina y se niega a abordar temas sobre los que un verdadero artista tendría mucho que decir. Sólo alguien como Sofia Coppola podría encontrar interesante a una María Antonieta que habla y se comporta como Paris Hilton perdida en Versalles.
VEREDICTO: Un vano y aparatoso intento de dotar de dignidad e interés a una enigmática figura histórica, que remata su tedioso festival de poses y cursilerías con un final que raya con lo política y moralmente inaceptable.
12 comentarios
nestor -
Mycroft -
kalimero -
Pd: la peli tiene bastante mala pinta.
Saludos.
Crazy J! -
Javi -
Y tengo bastantes ganas de ver María Antonieta... es más, ¡aún tengo más ganas de verla después de leer su crítica!
freddyvoorhees -
Señor Toldo -
No obstante, me lo he pasado genial con las puyas de su gran crítica :D aunque creo que la más devastadora de todas ha sido la ¿in?consciente de Alvy acerca de Mi vida sin Zoe.
Noel -
Pero gracias de todos modos, Ike.
Ike Janacek -
No la he visto... no creo que la vea, pero coincido con tu opinión sobre sus dos anteriores películas.
( y sobre lo que dices más abajo sobre "Slither" ¡qué bien lo pasé viéndola!)
Un saludo, maestro.
Jaime Lorite -
Un saludo
Mycroft -
A Cock and Bull Story es la mejor "no adaptación" que he visto, con Coogan interpretando a un supuesto Coogan-real frente al papel de Shandy, en un estado de gracia sin limite alguno. Es una película que renuncia al texto para ser fiel a su espíritu.
Alvy Singer -
Por otra parte discrepamos en una cosa, a mi Lost in translation me gusto mucho (¿doctor es malo?) y la vírgenes suicidas me disgustó mucho, muchísimo por un motivo claro y diáfano.: dónde esté Jeffrey Eugenides y su insuperable, inalcanzable, debut novelístico, una pieza maravillosa que me emocionó que se quite la orfebrería visual de la Coppola (me pareció una puñalada muy cool a lo que era una novela emocionante y muy bella).
En cambio a Lost in translation la veo genial por una serie de casualidades que hicieron grande a Casablanca.: Murray, Johansson, The Jesus and Mary Chain, tener en el subconsciente al Kar-Wai de in the mood of love y al Jarmusch de Strangers in paradise... Una gran película por pura casualidad, esa es mi teoría. O a lo mejor simplemente esa película y yo conectamos sin buscarle nada más que esa típica mitología que se genera entre espectador-film.
Yo siempre lo he dicho.: el cine de Sofia Coppola está en Mi vida sin Zoe, eso si que es una declaración de autoría de lo que hará.
La veré prontito si puedo y y le contaré.
Saludos!