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Los archivos de EL EMPERADOR DE LOS HELADOS

Me parto con Franz

Me parto con Franz

- Caramba —dijo el ratón—, el mundo se hace cada día más pequeño. Al principio era tan grande que me daba miedo. Yo corrí y corrí sin parar y me alegré de ver por fin las paredes lejanas a un lado y a otro. Pero esas largas paredes se han estrechado tan deprisa que ya estoy en el último cuarto, y ahí en el rincón está la trampa en la que tengo que meterme.

- Solamente tienes que cambiar de dirección —dijo el gato, y se lo comió.

Esto es "Una pequeña fábula", relato de Franz Kafka que David Foster Wallace utilizó como base para "Algunos comentarios sobre lo gracioso que es Kafka, de los cuales probablemente no he quitado bastante", una conferencia que pronunció en el Centro Americano del PEN Club y que, más tarde, publicó en la revista "Harper’s" y en su recopilación de textos de no ficción "Hablemos de langostas" (la traducción del relato de F.K., por cierto, la he sacado de la edición española este último, por lo que es obra de Javier Calvo).

Como podréis imaginar, el objetivo del breve texto de Foster Wallace es intentar demostrar que el autor de "Un artista del hambre" tenía sentido del humor, pero que ese sentido del humor no tenía nada que ver con el que son capaces de pillar los universitarios norteamericanos (aunque no haría falta ser tan selectivo: los europeos tampoco somos muy capaces de hacerlo). Foster Wallace llega a la conclusión de que el problema de base es que nuestra cultura actual educa a sus niños para que encuentren graciosas bufonadas ligeras, concebidas como válvula de escape y como algo reconfortante, mientras que para alguien con F.K. el humor era también algo trágico, horrible, grotesco, melancólico y absolutamente inseparable de la condición humana, del alma, de la vida. Para él, el humor no era un lujo: era un modo de sobrevivir. La diferencia entre "Una pequeña fábula" y, pongamos por caso, un gag de "Padre de familia" es abismal, pero los dos suponen un modelo muy idiosincrático de chiste: cada uno sintetiza el contexto y la cultura en los que fue formulado. A la luz de esta nueva perspectiva, a uno le dan ganas de defender "El proceso" de Orson Welles como la gran comedia del genio. Y no iría del todo desencaminado.

8 comentarios

Nacho -

Acojonante: yo le dejé el mismo libro a una chica en el mismo curso que usted y tampoco me lo devolvió. ¿Será una conspiración? ¿Será la misma chica que quiera acabar con el mito de Kafka? ¡Iker!

Noel -

"La metamorfosis": yo le dejé ese libro a una chica en segundo de bachillerato y aún no me lo ha devuelto. ESE es mi gran trauma con Kafka.

Danzante -

Se dice, se cuenta y se comenta que era bastante risueño. Eso sí, con una frase escrita, era capaz de poner en estado 'bajonero' al más alegre de los mortales. A mí, la famosa "Metamorfosis" me dejó hecho una cucaracha.

Alvy Singer -

JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJJAA.

Hijo Tonto™ -

Oiga, no tiene que disculparse porque le gusta Padre de Familia. Sabe que le amamos igualmente.

Y lo de Kafka leyendo y riendo sus textos es mitologia. Como los duendes, los comunistas y el postmodernismo.

Noel -

M, ¿se refiere a "Mil cretinos"? Aún no, pero está en lo más alto de mi lista de futuribles.

Alvy Singer -

Kafka también se reía de sus escritos en público al leerlos. Vamos que la imagen de hombre atormentado era un poco a medias.

M -

Noel, ¿te has leído el último de Quim Monzó?

Hablando de humor y tragedia, te gustará.