Biblioteca de clásicos marcianos (I): "Cuando Alice se subió a la mesa"
¡Sección nueva, amigos y vecinos! Se trata de un rincón literario estilo "Negro sobre blanco" en el que un servidor y su grupúsculo de aduladores habituales (todo fundador de un rincón lieterario tiene uno) rescatarán y comentarán algunos clásicos olvidados de las letras modernas. Las únicas tres condiciones para que un libro figure en esta sección son: a) que tenga la calidad mínima exigida por el comité de sabios (integrado únicamente por mi persona); b) que figuren sables láser en algún pasaje (bueno, esta condición no es obligatoria, pero ayuda); c) que sea mínimamente extraño/raro/heterodoxo (siempre según mi criterio, claro). Así que, directamente, empezamos con "Cuando Alice se subió a la mesa" ("As She Climbed Across the Table", 1997), la tercera novela de Jonathan Lethem, publicada en nuestro país por Mondadori.
Desde la literatura decimonónica (o puede que desde los mitos artúricos), el triángulo amoroso ha sido el eje vertebrador de la novela romántica: no hay nada que estimule más la imaginación de las mujeres de mediana edad (lectoras potenciales de este tipo de literatura) que vivir una aventura con un apuesto desconocido, sólo para acabar entendiendo que nadie las quiere más que su comprensivo marido. La perversión de este triángulo ha dado lugar a grandes obras maestras a la largo de la historia ("El año pasado en Marienbad", por poner un ejemplo), pero quizá Jonathan Lethem sea el autor que más lejos ha llegado en ese sentido. "Cuando Alice se subió a la mesa" describe la relación autodestructiva entre una profesora de física y un agujero negro, narrada desde el punto de vista del perplejo novio de esta, profesor de antropología y posible alma gemela (¿en un universo paralelo?) de los protagonistas de Chuck Palahniuk. Lethem pone un pie en Lewis Carroll y otro en David Foster Wallace para desarrollar una contundente y felizmente compacta sátira de las relaciones afectivas en tiempos de crisis, en un ambiente académico que funciona a la vez como agobiante ecosistema cerrado en sí mismo y como realidad alternativa. La novela tiene muchos aciertos, pero no hay duda de que el más grande es Ausencia, el polisémico agujero negro que domina el relato con una fuerza inusual para ser un personaje que ni siquiera tiene cuerpo. Lethem parece sugerir a través de esta fábula de ciencia-ficción que el amor es un agujero de gusano en el que cada uno pretende proyectarse a sí mismo, y que no hay mayor sacrificio que lanzarse al vacío cósmico del otro sin saber dónde se va a aterrizar. O si se va a aterrizar.
Para terminar, sé que ha sido un post denso y muy literario (es decir, bastante aburrido), así que ahí van dos tontadas internáuticas para compensarlo: la colección completa de mesas de sonidos de Arnold Schwarzenegger (vuelve de una vez: te necesitamos) y el consolador iPod, justo lo que queríais para estas navidades.
9 comentarios
Dr Zito -
Si se me ocurre alguna contribucion ya se la hare llegar a los Supersabios.
Noel -
Narciso -
Un saludo.
Noel -
Hombre Lobo -
La-Ruina -
Dani Lebowski -
Sunes -
Saludines!
Señor Toldo -
De hecho, este ya está requeteapuntado para buscarlo en futuras compras.