Me pregunto dónde habrá ido mi serpiente negra
Enganchado como estoy a la música de Blind Lemon Jefferson, decidí darle una segunda oportunidad (en forma de camino hasta el videoclub) a una película que, en su momento, estuvo a punto de hacerme perder la fe. Sobre el papel, "Black Snake Moan" tenía que haber sido la película del año: tras debutar por todo lo alto con la sorprendentemente sólida "Hustle & Flow", el director Craig Brewer se arriesgaba con un segundo proyecto aún más ambicioso, ambientado en el Sur Profundo de Estados Unidos y cimentado sobre un electrizante enfrentamiento entre el Pecado (Christina Ricci) y la Fe (Samuel L. Jackson). Tanto el trailer como los insuperables pósters prometían una película capaz de hacernos sudar, de meter el dedo en la llaga, de dinamitar algún tabú y de llegar hasta el final. Contra todo pronóstico, "Black Snake Moan" acabó convirtiéndose en lo que el crítico británico Damon Wise definió como "un cuento de hadas conservador", tanto que uno no sabía muy bien si estaba contemplando una apología de la adicción sexual o todo lo contrario. O ambas cosas a la vez. O nada de lo anterior.
Para mí, el principal problema está en que Brewer no se atreve a llevar hasta sus últimas consecuencias la poderosísima química que existe sus dos intérpretes principales: "Black Snake Moan" debería haberse centrado en el cautiverio al que un viejo cantante de blues con el corazón más que roto somete a una joven white trash con un desaforado apetito sexual. El resto de los personajes tendrían qye haberse mantenido en segundo plano, en lugar de interferir constantemente en la relación entre dos polos opuestos que deberían haber gozado de mucho más tiempo en pantalla para ellos solos. Así, la prisionera y el guardián (o, si lo preferís, la esclava y el amo) no pueden desarrollar satisfactoriamente su juego psicológico de atracción/repulsión, por lo que la conexión final entre ambos parece forzada y bastante poco creíble. Al final, "Black Snake Moan", que debería haber sido una pieza para dos intérpretes, se convierte en un catálogo de sureños pintorescos, desde el pastor temeroso de Dios hasta el joven cabezahueca que se alista en el ejército sin saber muy bien si tendrá estómago para soportarlo, pasando (lamentablemente) por el padre-que-abusa y la madre-que-consiente, rescursos que todo guionista cobarde tiene a mano cuando desarrolla un personaje como el de Christina Ricci. No es de extrañar que, con tantas interferencias en forma de clichés con demasiado tiempo en pantalla, el mensaje acabe resultando confuso e incluso algo desconcertante. Es una pena que Brewer sabotee de esta manera su propia película, en lugar de dejar que sus dos protagonistas laman sus heridas a ritmo de blues: mientras Jackson toca su guitarra y Ricci escucha la música, "Black Snake Moan" parece la película del año.
8 comentarios
dr.benway -
La-Ruina -
Dussander -
Señor Toldo -
Además, ésta en particular forma, junto a otros ejemplos recientes como A love song for Bobby Long, un curioso archipiélago de obras y sensaciones que te impulsan a irte una buena temporada a una cabaña de Tennessee (o Louisiana), sentarte en el porche con un libro de Carson McCullers y, simplemente, contemplar al tiempo pasar.
Jaime Lorite -
En cuanto a "Hustle & Flow", el anterior trabajo de su director, todavía no he tenido ocasión de verlo, pero trataré de prestarle atención en cuanto pueda.
¡Un saludo!
El Señor Snoid -
Liberitno -
Alvy Singer -