¡Boooooooooooomba! (y II)
Ivan Shapovalov tiene 38 años, bastante buena pinta, una ex mujer, un hijo de 16 años, un doctorado Psicología, el título de persona non grata en Reino Unido y un plan para resurgir de sus cenizas. Y es que podemos fechar el día y el lugar exactos de su conversión en cenizas: sábado 24 de mayo de 2002, en Riga (Letonia). Sus declaraciones dos meses antes de la debacle de Eurovisión son, en ese sentido, muy reveladoras: Lo tengo todo previsto. De aquí a 2005, Lena y Julia van a protagonizar un montón de escándalos. Queremos cambiar la mentalidad de varias generaciones de adolescentes. Claro que, si somos sinceros, tendremos que coincidir en que la culpa fue suya: en plena borrachera de triunfos y escándalos obligó a sus chicas a prometer que se casarían en Alemania tras ganar el Festival: Si ganamos, queremos celebrarlo casándonos (...) Pretendemos independizarnos y vivir juntas en un antiguo burdel. Eso lo dijeron antes de subir al escenario del Skonto Hall y hacer saltar por los aires lo que todos aceptaban como un truinfo seguro. Después de eso, todos recordamos la catarata de acusaciones, rupturas y hundimientos progresivos en el fango que acabaron para siempre con T.A.T.U., el grupo de pop prefabricado y diseñado hasta el último milímetro por un Shapovalov que, no obstante, no pudo evitar que la cosa acaba como acaban todos los grupos de pop. O sea, como el rosario de la aurora.
Para ponernos en situación, las T.A.T.U. pegaron el golpe en 2002, es decir, un año después de Gorillaz y un año antes de La Casa Azul. Parecía que ya estaba todo dicho en lo que a pop bands falsas y transgresoras se refiere, pero ha tenido que volver el bueno de Ivan para sacarnos de nuestro error. Y con las pilas más cargadas que nunca, al parecer: en un contexto en el que el sexo en la música ya parece estar más o menos institucionalizado (los últimos videoclips de Britney Spears y Christina Aguilera, la aparición estelar de Nacho Vidal en un vídeo de Miguel Bosé, la imposibilidad de distinguir el look popstar del look pornstar), había que buscar la provocación en otro lugar. Y tampoco había que ser un genio para descubrir que lo que realmente duele en estos días de ruido y furia (gracias, U.R.D.A.C.I.) es el terrorismo, a ser posible islámico. Pero sí había que ser un genio para convertirlo en puro mainstream, en pieza de orfebrería del pop incendiario y en elemento fashionable que, de aquí a unos meses, puede llegar a convertirse en algo tan cool como los pins tamaño XXL o Jordi Labanda.
Por supuesto, cuando llegue el momento en el que un moderno lleve una chapita de NATO en la solapa (o se presente a una fiesta con pinta de terrorista suicida), significará que la cosa ha muerto, pero hasta entonces parece algo muy divertido que puede levantar muchas ampollas y, sí, hacer muy rico a Shapovalov a costa de la provocación por la provocación. El productor se defiende: El mensaje de las canciones es siempre el mismo: AMOR, refiriéndose a los temas que componen el disco de debut de Natasha Shevlyakova, la chica detrás del burka. Y sigue: No estoy encabezando ninguna campaña. Me gustan sus canciones, y si la gente tiene miedo de una mujer que lleva un pañuelo negro cubriéndole la cara, entonces es que son ellos los que están enfermos.
Tal y como yo lo veo (y siempre me suelo equivocar en estas cosas, así que no me hagáis mucho caso), el futuro de NATO se presenta de lo más estimulante: el próximo objetivo parece ser Londres y, de paso, el bombazo internacional. No creo que la elección de un país donde es Shapovalov considerado un pedófilo peligroso sea para nada casual, como tampoco lo fue la fecha elegida para su primer concierto (11 de septiembre de 2004), que finalmente tuvo que ser cancelado debido a la tragedia nacional que todos tenemos en mente. Puede que esto se quede finalmente en mera anécdota underground, pero si Shapovalov consigue salirse con la suya una vez más, quién sabe la cantidad de ases que trae esta vez guardados en la manga... A mí, a bote pronto, se me ocurre una inmolación comercial-musical a modo de fin de fiesta capaz de dejar en cueros al Seppuku de Luther Blissett.
Para ponernos en situación, las T.A.T.U. pegaron el golpe en 2002, es decir, un año después de Gorillaz y un año antes de La Casa Azul. Parecía que ya estaba todo dicho en lo que a pop bands falsas y transgresoras se refiere, pero ha tenido que volver el bueno de Ivan para sacarnos de nuestro error. Y con las pilas más cargadas que nunca, al parecer: en un contexto en el que el sexo en la música ya parece estar más o menos institucionalizado (los últimos videoclips de Britney Spears y Christina Aguilera, la aparición estelar de Nacho Vidal en un vídeo de Miguel Bosé, la imposibilidad de distinguir el look popstar del look pornstar), había que buscar la provocación en otro lugar. Y tampoco había que ser un genio para descubrir que lo que realmente duele en estos días de ruido y furia (gracias, U.R.D.A.C.I.) es el terrorismo, a ser posible islámico. Pero sí había que ser un genio para convertirlo en puro mainstream, en pieza de orfebrería del pop incendiario y en elemento fashionable que, de aquí a unos meses, puede llegar a convertirse en algo tan cool como los pins tamaño XXL o Jordi Labanda.
Por supuesto, cuando llegue el momento en el que un moderno lleve una chapita de NATO en la solapa (o se presente a una fiesta con pinta de terrorista suicida), significará que la cosa ha muerto, pero hasta entonces parece algo muy divertido que puede levantar muchas ampollas y, sí, hacer muy rico a Shapovalov a costa de la provocación por la provocación. El productor se defiende: El mensaje de las canciones es siempre el mismo: AMOR, refiriéndose a los temas que componen el disco de debut de Natasha Shevlyakova, la chica detrás del burka. Y sigue: No estoy encabezando ninguna campaña. Me gustan sus canciones, y si la gente tiene miedo de una mujer que lleva un pañuelo negro cubriéndole la cara, entonces es que son ellos los que están enfermos.
Tal y como yo lo veo (y siempre me suelo equivocar en estas cosas, así que no me hagáis mucho caso), el futuro de NATO se presenta de lo más estimulante: el próximo objetivo parece ser Londres y, de paso, el bombazo internacional. No creo que la elección de un país donde es Shapovalov considerado un pedófilo peligroso sea para nada casual, como tampoco lo fue la fecha elegida para su primer concierto (11 de septiembre de 2004), que finalmente tuvo que ser cancelado debido a la tragedia nacional que todos tenemos en mente. Puede que esto se quede finalmente en mera anécdota underground, pero si Shapovalov consigue salirse con la suya una vez más, quién sabe la cantidad de ases que trae esta vez guardados en la manga... A mí, a bote pronto, se me ocurre una inmolación comercial-musical a modo de fin de fiesta capaz de dejar en cueros al Seppuku de Luther Blissett.
2 comentarios
Noel -
Ike Janacek -
Ayer veía en la tele imágenes inéditas de los terroristas en la escuela de Beslán y más tarde leía tu primer post. Precisamente en Rusia todo esto debe estar tocando mucho las narices. Yo encantado de que el Soplapohv siga explotando lo del morbo, pero lo de la violencia sobra. Demasiada, tanta que se atraganta.