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Mi psicópata favorito: Jónatan Sark

Mi psicópata favorito: Jónatan Sark

Vale, elegir un psicópata es como elegir a un hijo. Debería estar prohibido hacerte escoger a tu enfermo mental favorito pero así son las reglas. Pasemos de Grandes Espadas, dejemos a un lado los de más merecida relevancia; los pequeños hitos como el seminal Billy o el brillante Asesino de Rosemary, y vamos a por las mujeres. Aumentemos la representación femenina. ¿Qué no hay? Pues claro que sí, en grandes cantidades. Así de memoria pensemos en la Dulce Alicia, en la insuperable Audra, en la sorprendente Ángela, en la reina Mary Lou o en la “Cumpleañera”, no entremos en Terreno De Palma. De entre las mujeres más fatales voy a reivindicar a Buffy.

Buffy St.John es la mente asesina de "April’s Fool Day", aquí conocida como "Inocentada Sangrienta" y una representante del Slasher de pura cepa. El que cada cuál ponga sus Pruebas de Pureza para el género no ayuda demasiado, pero si señalamos que su identidad es “sorprendente”, que no duda en sacar un divertido arsenal de muertes - incluido el imprescindible doble empalamiento – y uno de esos momentos finales que parten en dos a los amantes del género difícilmente podrán discutírnosla. Aunque Buffy es algo más que un mecanismo fílmico pues junto con las sospechas, las pistas falsas o la isla de la que nadie puede salir –y a la que nadie puede entrar-, Buffy es una prueba de talento para su intérprete, Deborah Foreman, que tuvo que aprender a alienarse y desdoblarse sin dejar de interpretar a la Gemela Buena, Muffy St.John. Porque –y si no has visto la película mejor déjalo aquí, te la bajas, la visionas con palomitas y luego retomas desde este punto- lo mejor de la gigantesca Inocentada que se anuncia desde el título es que Muffy St.John no sólo se crea a una gemela de la nada sino que logra interpretar a una gemela maligna que la ha suplantado ofreciendo pequeñas diferencias para que sus amigos sospechen, tal era la sutileza de su creación.

Así es nuestra Buffy, tan mala como una mujer puede imaginar que llegaría a ser.

- Por Jónatan Sark, Señor de las Tinieblas

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