Top 10 Sucidios en el cine
10. Terry O'Quinn en "Expediente X: La película" (1998) El atentado de Oklahoma City (1995), que voló por los aires un edificio del gobierno federal de los EEUU con 168 personas dentro, fue caldo de cultivo para todo tipo de teorías de la conspiración, hasta el punto de que aún no sabemos exactamente quién o quiénes estaban detrás. A la hora de traspasar su mitología conspiranoica de la pequeña a la gran pantalla, Chris Carter y Rob Bowman tomaron la acertada decisión de abrir fuego con una secuencia que no sólo recordaba poderosamente a Oklahoma City (en el cine, las conspiraciones son a lo GRANDE), sino que contenía uno de los suicidios más espectaculares jamás vistos. Terry O'Quinn puso su evocadora mirada a trabajar como macguffin de una trama que incluía la desaparición de cuatro cuerpos incómodos para el FBI: su personaje se suicida cumpliendo órdenes, vale, pero nadie puede negar que O'Quinn le supo dar un tono misterioso y casi lírico al asunto de esperar junto a una bomba gigantesca.
9. Maurice Bénichou en "Caché (Escondido)" (2005) Todo el que alguna vez haya tenido pensamientos suicidas sabe que una de las razones para hacerlo suele ser el impacto que provocará en su entorno (algo así como la versión definitiva del Os-vais-a-enterar). Majid, el personaje más incómodo de la película más incómoda del año pasado, es el mejor ejemplo de ello: cita a Daniel Auteuil en su apartamento, le hace pasar hasta la cocina, se levanta, le mira a los ojos y se abre la garganta en canal. La cámara estática de Michel Haneke convierte este suicidio imprevisto en una de las cosas más impactantes que se han podido ver en una sala de cine, pero es la reacción del personaje de Auteuil lo que de verdad lo hace único: en lugar de arrodillarse y pedir ayuda a gritos (como en un thriller al uso), el tipo se queda ahí, de pie, intentando que la sangre no le salpique y contemplando la escena horrorizado. O sea, la reacción más estremecedoramente natural.
8. Paul Newman y Robert Redford en "Dos hombres y un destino" (1969) Butch y Sundance eran de la clase de tipos que saben cuándo ha llegado su hora y cómo actuar al respecto. La escena final de su película es, técnicamente, el suicidio más poético (al tiempo que intrínsecamente varonil) de la historia, la clase de material con la que se forjan las leyendas. Se trata de un momento tan clásico que las palabran se quedan algo cortas, así que lo mejor es que volváis a verlo y dejemos de hablar de ello. Bueno, sólo una cosa más: fue homenajeado (con escasa gracia) en la comedia italiana "Santa Maradona" (2001): por desgracia, allí sus protagonistas no morían de verdad.
7. Edward Norton/Brad Pitt en "El Club de la Lucha" (1999) El último paso hacia la superación personal (por la rama del nihilismo exacerbado) no sólo tiene que ver con matar a tus ídolos, sino también con matarte a ti mismo. Chuck Palahniuk lo sabía, David Fincher también: el narrador de esta irrepetible obra maestra acaba con (nunca mejor dicho) dos pájaros de un tiro antes de poder alcanzar la cima de su vida. O, al menos, de una etapa muy complicada de su vida. La imagen de Norton apretando el gatillo y provocándole a Pitt un agujero en la cabeza (¿acaso Tyler no fue siempre un agujero en la cabeza?) es tan icónica que uno tiene que evitar las lágrimas al intentar describirla. La teoría del doppelgänger y el suicidio metafórico nunca fue ejecutada con tanta contundencia.
6. 54 japonesas adolescentes en "Suicide Club" (2000) ¿Ah, cómo elegir entre el catálogo de suicidios que nos presenta Shion Sono en su película más celebrada? ¡Imposible, imposible os digo! Quedémonos, pues, con el más representativo (que no el más memorable, ni el más gracioso, ni el más terrorífico, ni el más...) de una película que contiene un muy amplio espectro de suicidios cinematográficos: esas 54 adolescentes que se dan la mano y saltan a la vía del tren nada más empezar suponen, al mismo tiempo, un prólogo increíblemente eficaz, un aviso para navegantes (en los próximos 90 minutos, las cosas se pondrán AÚN más raras), una secuencia ante la que no hay dos espectadores que reaccionen del mismo modo y una de las más logradas muestras de poesía insana que nos ha dado el cine oriental de esta década (ese tren completamente teñido de rojo, esa cabeza que explota sobre los railes...). En las inmortales palabras de trestristesnijas: "Las niñas de hoy en día / Ya no quieren jugar / Las niñas de hoy en día / ¡Se quieren suicidar!".
5. Hayley Keenan en "Las reglas de la atracción" (2002) Como una guinda envenada en un pastel, la secuencia del suicidio en "Las reglas de la atracción" es un huracán de Mal Rollo en estado puro, capaz de arruinarle la fiesta a los pocos espectadores que conecten con el tono lúdico y la supuesta inventiva del filme de Roger Avary (lo mismo va para la novela de Bret Easton Ellis). No es de extrañar que la chica suicida sea su momento más recordado: más allá del incalculable impacto de la secuencia en sí misma (kudos para Avary, al que parece que le cuesta demostrar que sabe dirigir), sino porque se trata del único personaje real dentro de una vorágine de frivolidad. Al fin y al cabo, esta chica se corta las venas por amor a Sean Bateman, lo que hace que se le perdone incluso la obviedad de la música elegida para abandonar este valle de lágrimas. Un suicidio tan poderoso que estuvo a punto de salir en el póster de la película.
4. Luke Wilson en "Los Tenenbaums" (2001) Poco sabía Wes Anderson que este estremecedor, modélico intento de suicidio estaba cargado de ecos del futuro. Primero, la (brillante) canción que acompaña a Richie Tenenbaum mientras decide matarse ("Needle in the Hay") es obra del atormentado cantautor Elliot Smith, cuyo cuerpo sin vida fue encontrado en 2003 con dos puñaladas en el estómago que, casi con seguridad, se administró él mismo. Segundo, por el reciente intento de suicidio del hermano de Luke Wilson, Owen, que uno no puede imaginar con otra banda sonora y otra cadencia que no sean estas. Dejando a un lado valores extracinematográficos, la única razón por la que este suicidio no está entre los tres primeros es que, bueno, no es un suicidio, sino un intento fallido (como, por suerte, también lo fue el de Owen Wilson).
3. Kirsten Dunst, A.J. Cook, Hanna Hall, Leslie Hayman y Chelse Swain en "Las vírgenes suicidas" (1999) Sofia Coppola convirtió el suicidio en algo arrebatadoramente chic con su adaptación al cine de la novela de Jeffrey Eugenides: incluso el acto de ahorcarse en el sótano (o meter la cabeza en el horno) podía ser elevado a la categoría de Arte con una canción de Air como música de fondo y una fotografía de Edward Lachman. Con todo, se trata de la mejor obra de la directora, un cuento de hadas sofisticado al tiempo que intangiblemente tenebroso, que tiene en las cinco hermanas Lisbon la metonimia de su irresistible lirismo pijo. Puede que nunca entendamos del todo a las rubias que encienden el motor de su coche sin sacarlo del garaje o las fiestas con máscaras de gas, pero muchos tampoco sabremos jamás lo que es ser una chica de 13 años.
2. Claire Danes y Leonardo DiCaprio en "Romeo + Julieta" (1996) Rodar El Suicidio por excelencia es, sin lugar a dudas, un reto. Y nadie lo afrontó como Baz Luhrmann, Claire Danes y Leonardo DiCaprio: esas cruces de neón, esos primeros planos, ese altar cubierto de velas, esos flashbacks, ese cenital y esa intensidad son muy difíciles de superar (quien tenga dudas, que vea el final de la versión de Zeffirelli). Por mi parte, nada más que añadir: aquí está la secuencia completa. Revisadla y preguntáos si merece otro puesto fuera del Top 3.
1. Bill Murray en "Atrapado en el tiempo" (1993) Repetir eternamente un bucle absurdo de cotidianidad ya es suficiente castigo, pero al menos nosotros (porque hablaba de nosotros, no de Phil Connors) tenemos opciones para escapar de él: radicales, sí, pero opciones de fuga al fin y al cabo. En cambio, al bueno de Phil se le niega hasta la más radical de todas: el suicidio, la solución final. Lo que podría muy bien haber sido una pesadilla metafísica sobre la inmortalidad como castigo en el limbo de la rutina se convierte, en las manos expertas de Murray y Harold Ramis, en un espléndido y divertidísimo catálogo de muertes cada vez más espectaculares y resurrecciones en una habitación de hotel: no importa lo alto que sea ese edificio, porque siempre volverás a despertar a ritmo de Sonny & Cher. Al final, Phil descubrirá que la manera de escapar al eterno 2 de febrero pasa por ser mejor persona, pero ese capriano broche de oro a esta magistral comedia no debe ser óbice para que el suicida constante de Phil no se merezca este primer puesto.
Vaya, este ha sido un Top 10 realmente complicado de preparar. Gracias a Alvy Singer e Hijo Tonto por sugerir, respectivamente, los puestos 8 y 7 de una lista que, por supuesto, cualquiera de vosotros puede matizar o modificar. ¿Qué hay de "El hombre que se quiso matar", por ejemplo? Mientras nadie nombre la versión más reciente de "El club de los suicidas", todos estaremos contentos y con ganas de seguir viviendo
18 comentarios
ronny -
REFO -
Jónatan S. -
¿Y Lane Meyer qué?
¿Eh!
Adrian -
Mycroft -
Se puede dudar del tono, pero pese a que Avary no es Kubrick, supo hacer un papel muy bueno.
Para mi ese suicidio solo lo supera el de Luke Wilson.
Vigalounge -
Javo -
Dani Lebowski -
Javi -
Eso sí, completamente de acuerdo con el primer puesto para los múltiples suicidios de Murray.
elhombrecohete -
Crazy J! -
Una maravilla de post, Noel.
absence -
M -
Aura -
Un saludo :)
Jaime Lorite -
Un saludo
Libertino -
La sustituiría por la quema bonzo de Me Bebo tu sangre
Alvy Singer -
HT -