Trabajo basura
Para que veáis que uno es omnívoro por naturaleza, hoy voy a hablaros de una teleserie que es diametralmente lo opuesto a ese "Sheriff chiflado" ante el que ayer me deshacía en elogios. Se trata nada menos que de The Office, una de las propuestas más radicales e inteligentes que ha dado la televisión europea en los últimos años. Estoy hablando de dos series (la de hoy y la de ayer) que no tienen absolutamente nada que ver entre sí: todo lo que en una es sutileza e ingenio, en la otra es sal gorda y apología de la chorrada. Sin embargo, a mí me gustan las dos por igual.
La fuerza motriz de "The Office" se llama Ricky Gervais, y es un tipo de lo más raro. Nacido en la Inglaterra de los Swingin' Sixties, Gervais se crió en la anodina ciudad de Reading, se licenció en Filosofía y lideró el grupo Seona Dancing, uno de los muchos Nuevos Románticos que surgieron en el Londres de los 80. Su periplo como émulo de Boy George duró bien poco: la carrera de Seona Dancing se reduce a dos singles que se estrellaron estrepitosamente en las listas de ventas británicas, si bien uno de ellos ("More To Loose") fue un bombazo en Filipinas. Tras la inevitable separación de la banda, Gervais se metió a manager de los Suede (!) antes de aceptar un puesto de DJ en la emisora londinense XFM, puesto que aún conserva. Tras entrar en el mundo de la televisión de la mano de Ali G., Gervais concibió dos programas de televisión: "Meet Ricky Gervais" para Channel 4 (un rotundo fracaso) y "The Office" para BBC2 (un éxito de crítica y público sin precedentes).
Si bien es cierto que "The Office" también es obra del co-guionista Stephen Merchant, uno no puede evitar atribuir todo el mérito de la serie a Gervais, por una sencilla razón: el hombre también interpreta al protagonista del asunto, David Brent, uno de los mejores papeles de la comedia televisiva reciente. El argumento es más o menos el siguiente: Brent dirige una pequeña oficina de la empresa Wernham Hogg, una compañía papelera ficticia de la que nunca se nos dice demasiado. Su plantilla de empleados deja mucho que desear: desde el despistado Tim Canterbury (Martin Freeman, futuro Arthur Dent en la peli del "Autoestopista Galáctico") hasta el repulsivo Gareth (Mackenzie Crook), pasando por una recepcionista bastante boba (Lucy Davis, vista en "Zombies Party") y un relaciones públicas esencialmente grotesco (Ralph Ineson). Brent intenta ser el mejor amigo de sus empleados al tiempo que no para de revelar su condición de jefe tiránico pero, en el fondo, ridículo y metepatas. Sin embargo, donde David Brent verdaderamente se revela tal y como es (misántropo, huraño, engreído hasta la médula) es en sus largísimas confesiones frente a la cámara, que forman parte de una pirueta metalingüística por la cual todos los personajes parecen ser conscientes de la presencia de cámaras de televisión en la oficina (es decir, que estamos ante la primera teleserie donde sus protagonistas son conscientes de que están en una teleserie).
De todos modos, lo mejor de "The Office" está en la manera en que todo lo dicho anteriormente se formula: la serie adopta el aspecto de un (falso) documental para hacer una especie de unplugged humorístico que prescinde por completo de subrayados y florituras. Es decir, que "The Office" es una comedia porque tiene gracia, pero esa gracia no proviene del chiste fácil ni del truco sabido, sino del absurdo hiperrealismo del conjunto. Lo cual quiere decir que en la serie no se oyen risas enlatadas ni aplausos. Tampoco se aprende una lección moral al final de cada capítulo. Todo lo contrario: en un estilo que recuerda mucho al de la película "Smoking Room", Gervais y los suyos tratan de poner de manifiesto la comicidad implícita de la vida cotidiana, de la rutina diaria. No es casual que en todos los capítulos haya un abuso de planos de relleno y de escenas de transición, porque el objetivo está en captar, de la forma más verídica posible, el aburrimiento de un gris oficinista. Lo cual hace que nos formulemos la siguiente pregunta: ¿cuánto duraría una serie como esta en el prime time de una cadena privada española?
Como ya sabemos la respuesta, lo mejor va a ser cazarla en el canal "People + Arts" de Digital Plus, todos los lunes a las 21:00. Como diría David Brent (parrafeando a Dolly Parton): Uno no valora lo bueno hasta que se le acaba. Pues eso.
La fuerza motriz de "The Office" se llama Ricky Gervais, y es un tipo de lo más raro. Nacido en la Inglaterra de los Swingin' Sixties, Gervais se crió en la anodina ciudad de Reading, se licenció en Filosofía y lideró el grupo Seona Dancing, uno de los muchos Nuevos Románticos que surgieron en el Londres de los 80. Su periplo como émulo de Boy George duró bien poco: la carrera de Seona Dancing se reduce a dos singles que se estrellaron estrepitosamente en las listas de ventas británicas, si bien uno de ellos ("More To Loose") fue un bombazo en Filipinas. Tras la inevitable separación de la banda, Gervais se metió a manager de los Suede (!) antes de aceptar un puesto de DJ en la emisora londinense XFM, puesto que aún conserva. Tras entrar en el mundo de la televisión de la mano de Ali G., Gervais concibió dos programas de televisión: "Meet Ricky Gervais" para Channel 4 (un rotundo fracaso) y "The Office" para BBC2 (un éxito de crítica y público sin precedentes).
Si bien es cierto que "The Office" también es obra del co-guionista Stephen Merchant, uno no puede evitar atribuir todo el mérito de la serie a Gervais, por una sencilla razón: el hombre también interpreta al protagonista del asunto, David Brent, uno de los mejores papeles de la comedia televisiva reciente. El argumento es más o menos el siguiente: Brent dirige una pequeña oficina de la empresa Wernham Hogg, una compañía papelera ficticia de la que nunca se nos dice demasiado. Su plantilla de empleados deja mucho que desear: desde el despistado Tim Canterbury (Martin Freeman, futuro Arthur Dent en la peli del "Autoestopista Galáctico") hasta el repulsivo Gareth (Mackenzie Crook), pasando por una recepcionista bastante boba (Lucy Davis, vista en "Zombies Party") y un relaciones públicas esencialmente grotesco (Ralph Ineson). Brent intenta ser el mejor amigo de sus empleados al tiempo que no para de revelar su condición de jefe tiránico pero, en el fondo, ridículo y metepatas. Sin embargo, donde David Brent verdaderamente se revela tal y como es (misántropo, huraño, engreído hasta la médula) es en sus largísimas confesiones frente a la cámara, que forman parte de una pirueta metalingüística por la cual todos los personajes parecen ser conscientes de la presencia de cámaras de televisión en la oficina (es decir, que estamos ante la primera teleserie donde sus protagonistas son conscientes de que están en una teleserie).
De todos modos, lo mejor de "The Office" está en la manera en que todo lo dicho anteriormente se formula: la serie adopta el aspecto de un (falso) documental para hacer una especie de unplugged humorístico que prescinde por completo de subrayados y florituras. Es decir, que "The Office" es una comedia porque tiene gracia, pero esa gracia no proviene del chiste fácil ni del truco sabido, sino del absurdo hiperrealismo del conjunto. Lo cual quiere decir que en la serie no se oyen risas enlatadas ni aplausos. Tampoco se aprende una lección moral al final de cada capítulo. Todo lo contrario: en un estilo que recuerda mucho al de la película "Smoking Room", Gervais y los suyos tratan de poner de manifiesto la comicidad implícita de la vida cotidiana, de la rutina diaria. No es casual que en todos los capítulos haya un abuso de planos de relleno y de escenas de transición, porque el objetivo está en captar, de la forma más verídica posible, el aburrimiento de un gris oficinista. Lo cual hace que nos formulemos la siguiente pregunta: ¿cuánto duraría una serie como esta en el prime time de una cadena privada española?
Como ya sabemos la respuesta, lo mejor va a ser cazarla en el canal "People + Arts" de Digital Plus, todos los lunes a las 21:00. Como diría David Brent (parrafeando a Dolly Parton): Uno no valora lo bueno hasta que se le acaba. Pues eso.
3 comentarios
Noel -
McCook: La telecomedia británica está dando cosas muy interesantes estos últimos años, que con el tiempo pueden convertirse en grandes clásicos como los que usted menciona: "The Office", "Spaced", "I Am Alan Patrigde", "The League of Gentlemen" (no confundir con el cómic), "White Theeth", "Lucky Jim"... El problema es que aquí no llegan, o llegan por la puerta de atrás.
Y sí, "Smoking Room" a mí también me parece genial, un debut español rarísimo y estimulante.
McCook -
Por cierto, aprovecho para reivindicar Smoking Room como una grandisima película. A ver cuando nos regalan otra los dos padres de la criatura...
La-Ruina-de-la-Familia -