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Placeres culpables: "El Gran Halcón"

Placeres culpables: "El Gran Halcón" Hay veces que la Crítica Mundial (así, con mayúsculas) se debe parecer mucho a esos comités en la sombra que salían en "Expediente X" o en el prólogo de "Zoolander": un conjunto de despiadados seres sin rostro que deciden asesinar proyectos antes de que estos entren ni siquiera en fase de posproducción, infanticidas del cine que le ponen el estigma de "fracaso" a la peli que ellos crean conveniente, en el momento que crean conveniente y de forma casi unánime. Hagamos memoria: les pasó a Arnie y John McTiernan con "El último gran héroe", Steven Spielberg con "Hook", Bennifer con "Gigli (Una relación peligrosa)"... Y a Bruce Willis con "El Gran Halcón" ("Hudson Hawk", 1991): simplemente, los críticos decidieron que ya era hora de que el taquillero protagonista de "La Jungla de Cristal" recibiera un par de collejas, especialmente tras una carrera en línea ascendente y plagada de éxitos.

El caso es que "El Gran Halcón" era la ocasión ideal para enterrar a Willis: protagonizada por un personaje creado por él mismo durante sus días de camarero, la película tuvo uno de los rodajes más tormentosos que se recuerdan, con un director (Michael Lehmann, ¿dónde estás?) pasándose constantemente de la raya con el presupuesto y unos actores de reparto (Danny Aiello, Andie McDowell, James Coburn) que no paraban de preguntarse dónde demonios se habían metido. El resultado final llegó a los cines con la palabra "bluff" en boca de todos. Y, sí: "El Gran Halcón" es un egotrip de proporcionaes mastodónticas (Eddie Hawkins es la apoteósis del wisecracking, el cénit de la chulería, la elevación a la enésima potencia del caradura simpático estilo "Luz de Luna"). También es cierto que el sentido del absurdo de una película que pasa radicalmente de ser cine de acción a comedia idiota (y viceversa) no está hecho para todos los gustos. Pero, si pasamos por alto todo eso, nos queda una rara peli de aventuras llena de inventiva visual, one-liners antológicos y un palpable surrealismo que da lugar a secuencias verdaderamente memorables (la pelea en el barrio EUR de Roma, el dilatado clímax final). Anárquica, imprevisible y estilizada, "El Gran Halcón" es una de esas estimulantes heterodoxias que Hollywood produce muy de cuando en cuando. Y, aparte, el mayor fiasco en la carrera de Bruce Willis hasta "El desayuno de los campeones" (1999), otra que también tenía tela...

2 comentarios

Noel -

A mí también me pareció genial: otro acierto en una peli llena de aciertos.

"El desayuno de los campeones" no me la esperaba: ¡¡más rara que un perro verde!! Está muy bien, pero (a parte de tú, yo y alguno más) no la ha visto nadie. ¿Por qué?

La-Ruina-de-la-Familia -

El desayuno de los campeones,una de esas obras maestras incomprendidas de las que el cinéfilo,incomprensiblemente,huye.Una joya,como El gran halcón.Lo de medir el tempo de los golpes por medio de canciones me pareció genial.