Amante vampiro (y II)
En "30 días de noche", adaptación no demasiado memorable del cómic homónimo de Steve Niles y Ben Templesmith, el líder del clan vampírico que asolaba a los protagonistas tenía, al menos, una one-liner gutural para el recuerdo: "No hay salida. No hay esperanza. Sólo hambre y dolor". Se podría argumentar que, con esa frase, el personaje interpretado por Danny Huston estaba verbalizando las intenciones de una película que pretendía convertirse en el renacimiento del vampiro como motor de horror y truculencia, tras años de haber quedado relegado a chiste posmoderno o, ay, arquetipo romántico. Quizá aún sea pronto para sacar conclusiones, pero es más que probable los desiguales resultados de "30 días de noche" impidan que su regreso a los orígenes vaya a tener solución de continuidad.
Resulta curioso comprobar que, mientras otros iconos del terror han admitido la parodia sin dejar por ello de ser efectivos, al vampiro le cuesta volver a dar miedo después de haber permitido un buen puñado de lecturas descreídas. La última de ellas, True Blood, pretende erigirse en última palabra sobre el tema, cuando realmente no está haciendo nada que series como "Buffy" o "Expediente X" no hubieran hecho casi diez años antes. Sin embargo, el último trabajo de Alan Ball resulta interesante por su insistencia en el sexo entre especies (vampira y humana), lo que la convierte en un producto radicalmente opuesto a "Twilight" y su retórica de los deseos incómodos y no sublimados. Hay algo que, no obstante, las dos tienen en común: su incapacidad para lograr que la idea del vampiro vuelva a resultar excitante, divertida, no digamos ya temible. Y eso resulta especialmente molesto en "True Blood", una serie con un concepto altísimo de sí misma que se permite sermonearnos sobre las consecuencias del aburrimiento en la sociedad norteamericana... cuando ella misma es increíblemente aburrida.
¿Qué futuro le espera a los colmillos? No muy bueno, por desgracia. Todo parecer indicar que la adaptación de "Twilight" va a espolear un nuevo regreso a los postulados de Anne Rice, pero con un enfoque adolescente (vampiros emo, si preferís). Películas como "Soy leyenda" demuestran que los vampiros y el CGI no se llevan especialmente bien, y la prometedora adaptación de "Fangland" —novela en la que un antiguo productor de "60 minutos" narra el regreso de Drácula en clave periodística— corre el peligro de acabar siendo simplemente otra película con Hillary Swank. Sé que es posible que lleguen a la Casa Blanca. Quizá entonces volveríamos a tomárnoslos en serio.
4 comentarios
Grom el Único -
No se puede negar que Anne Rice también ha contribuído como ha podido, la pobre, pero me temo que los chupadores de sangre, antaño ocultos durante el día en labrados sarcófagos, hoy en día se esconden en sucursales bancarias en horario de 09:00 a 14:00 (menos en la Semana Grande, que cierran a las 12:30).
Jose -
Danzante -
Un saludo.
P.D. Lo del vampiro aspirante a presidente es demencial, aunque sería divertido ver a George W. Bush empalado...
Sheena -
Yo también les echaría la culpa de todo, la verdad.
Es que los de la Meyers son tan virginales que dan repelús.
besukis!!