La nueva frontera
Resulta intrigante que dos ejemplos de anti-western tan poderosos como No Country for Old Men y There Will Be Blood hayan coincidido en las carteleras de todo el mundo: quizá los hermanos Coen y Paul Thomas Anderson hayan capturado el zeitgeist casi sin proponérselo, a través de dos perversiones de la Gran Historia Americana que tienen en común bastante más de lo que puede parecer a simple vista. La etiqueta de anti-western no es gratuita: ambas están protagonizadas por unos personajes que podrían considerarse la contrafigura del cowboy modelo Wayne o Cooper. No es que el foco se sitúe sobre el antihéroe crepuscular, como podría ser el caso del "Sin perdón" de Eastwood, sino que ahora es el villano el que cabalga al atardecer por unos paisajes que ya no tienen nada de míticos y una poética de la frontera que, sin embargo, no han perdido ni un ápice de su capacidad metafórica.
Daniel Plainview (la fuerza motriz de "There Will Be Blood") y Anton Chigurh (el asesino insondable de "No Country...") son dos nuevos modelos de anti-cowboy, metonimias de un nuevo tipo de cine del Oeste que aún sigue conservando su capacidad para hablarnos de Norteamérica actual (y, en cierto sentido, eterna) en un código secreto. Quizá la de Anderson sea la más radicalmente pesimista de las dos: relata el nacimiento de una nación en clave antiépica, a través del cruel enfrentamiento entre las dos fuerzas elementales que aún hoy siguen moviendo unos hilos manchados de sangre (y petróleo). Encarnando a ese Capitalismo despiadado está Plainview, un Daniel Day-Lewis que somatiza el proceso de deshumanización de su personaje de una manera estremecedora y casi hipnótica; encarnando a la Religión está Eli, un Paul Dano de mirada inquietante. Anderson toma una postura rabiosamente experimental (su prólogo silente, su dilatación de los momentos anticlimáticos, su insólito clímax final) que, no obstante, da como resultado su mejor trabajo hasta la fecha... aunque sea tan agotador que, al salir del cine, uno sienta como si llevara todo el día perforando en una tierra baldía.
"No Country...", por el contrario, es una de esas películas que dejan al espectador temblando en la butaca durante todos los créditos finales. Los Coen logran facturar otra obra maestra sin aparente esfuerzo, con una depuración de su estilo que podría remitir a "Fargo", pero que realmente está en consonancia con el lirismo seco y la dura épica de Cormac McCarthy. Al contrario que la notable (pero agotadora) "There Will Be Blood", este anti-western tiene un trío de personajes protagonistas que nos provocan algo más que temor e inquietud (aquí, eso es patrimonio exclusivo de Chigurh, un Bardem que camina al lado de la Muerte en cada plano): el Llewelyn de Josh Brolin y, muy especialmente, el sheriff Bell de Tommy Lee Jones hacen que detectemos en el cine de los Coen una humanidad en carne viva que, hasta ahora, no había logrado emerger con tanta fuerza. No hay nada en "No Country..." que sobre ni que falte, no hay un sólo plano o diálogo que admita grandes objeciones: es imperativo ver esta película en cuanto se estrene y, a ser posible, planear un programa doble con "There Will Be Blood". La tentación de quitarnos nuestro polvoriento sombrero de (anti)cowboy será irresistible.
8 comentarios
Dr Zito -
3:10 a Yuma esta bastante bien. Desaprovecha alguna de sus posibilidades paisajisticas y de epica pero tambien tiene un trio actoral excelente: Crow y Bale com ocabe esperar, pero tambien un malvado secundario que no desentonaria en una de Leone.
Noel -
Libertino -
¿LA COSA?
Libertino -
No he visto ninguna... de las 4.Este finde soluciono 2.
Y ahora una confesión: he visto el dvdrip de No country... sin música. No me percaté hasta el final. Pero hasta que no la vea bien no digo ná. Pero aluciné sin banda sonora. Así comparo luego porque hay una secuencia concreta que sin música es magistral. ¿Tendrá música en el cine?
Mierda, "Pozos de ambición" es el 15
Salanova -
Salanova -
Noel -
Idaho -