Blogia
Los archivos de EL EMPERADOR DE LOS HELADOS

Ciencia loca

Ciencia loca

Últimamente estoy (re)leyendo mucho a Alan Moore, especialmente su etapa en America's Best Comics, una de las más efervescentes que ha tenido jamás el maestro. Hay un personaje de ABC que me fascina especialmente: Jack B. Quick, el niño inventor que apareció en los primeros números de "Tomorrow Stories". El secreto de esas cuatro historietas irrepetibles era que Moore manejaba conceptos científicos increíblemente avanzados (fotones, universos paralelos, agujeros negros) con un sentido del humor que hacía parecer sencillo algo que no lo era en absoluto. En su última aparición, titulada "Una breve geografía del tiempo", el pequeño genio de Queerwater Creek inventaba, inspirándose en una lectura entre líneas de Stephen Hawking, unos zapatos que le permitían viajar a la vez en el espacio y en el tiempo. En su aventura, Jack contribuye de manera retroactiva a la evolución de la raza humana, visita viñetas de sus tres historietas anteriores y, por culpa de un traspiés, acaba sumido en el vacío que precede a la salida del primer número de "Tomorrow Stories", donde (supuestamente) aún permanece. Abandonar a un personaje en la nada precreacional no es una idea que se le pueda ocurrir a cualquiera, pero eso no significa que no sea divertida: de hecho, Jack comenta que puede ver a lo lejos a Herbie y a los Thunderbirds, lo que demuestra que, en la ciencia-ficción, no hay material lo suficientemente complejo como para no admitir un chiste.

Una de las razones por las que admiro a Nacho Vigalondo es esa capacidad que tiene para convertir la hard sci-fi en algo sencillo y chispeante, a la vez que divertido: lo consigue en Los Cronocrímenes (soy uno de los privilegiados que ya la ha visto, y os puedo asegurar que el hype está más que justificado), y lo ha vuelto a conseguir en Cambiar el mundo, su cortometraje para N_ature movies: en él, Carlos Areces entra de cabeza en el multiverso para enfrentarse a una decisión que, posiblemente, cambiará el rumbo de la historia. Dicho así, podría parecer que estamos ante una superproducción de superhéroes, pero no es verdad. Bueno, lo de los superhéroes sí, pero no el resto: en realidad, se trata de un corto rodado con un móvil, un único actor y menos de cinco minutos de duración. "Cambiar el mundo" revela, al menos, tres cosas: a) que el talento de este hombre no conoce límites (impuestos o autoimpuestos); b) que la ciencia avanzada es, aunque no lo parezca, intrínsecamente divertida; y c) que si hay alguien capaz de sacar a Jack B. Quick del vacío precreacional en el que lo abandonó Moore, ese es Vigalondo.

4 comentarios

Salanova -

Todo el mundo menos YO!(igual a Sitges voy...).

Alvy Singer -

Hace casi un año dije que el antihéroe vigalondiano por antonomasia es siempre el Robin Williams desenfocado de Deconstructing Harry. Bien pues su última pieza no sólo me da la razón para regocijo de mis otros yos sino que podría titularse PERFECTAMENTE Deconstructing Golden Man.

Imaginar una superproducción de SH así de brillante sólo merece lágrimas y rezos preavanzados. Imaginen, imaginen muchachos. Y en cuanto a los cronocrimenes...

God. Bless. Sitges.

Henrique -

Madre mía, cuando se estrene esta película ya se la habrá visto todo el mundo.

Que grande "Tomorrow Stories".

Salanova -

Maravilloso artículo. Yo, en estos momentos, estoy flipando con Vonnegut y su infundibulum crono-sinclástico.

Y ya de paso, decir que no están nada mal los cortos de Nature Movies. el de Vigalondo y Sánchez Arévalo por encima de todos.