Biblioteca de clásicos marcianos (VII): "Estación de nieblas", de Neil Gaiman y VV.AA.
Es muy difícil hablar de una obra contra la que existen tantos prejuicios y recelos, como también lo es justificar su inclusión en una sección que, en principio, está dedicada exclusivamente a libros. Pongámoslo así: si no has leído "The Sandman", hazlo ahora mismo. Deja de perder el tiempo con este mediocre blog y corre a comprarlo, alquilarlo, descargarlo, robarlo o lo que sea que hagas para leer tebeos. No esperes ni un minuto más. En cambio, si ya has leído "The Sandman", vuelve a ojear "Estación de nieblas", el cuarto volumen. Míratelo a fondo y luego intenta engañarte a ti mismo con pretextos vacíos (es pedante, le gusta a la comunidad gótica, tiene números muy tediosos y el resto de descalificativos que se le suelen aplicar). En uno de los indiscutibles puntos álgidos de su obra capital, Neil Gaiman consiguió convencer a sus detractores, cerrar algunas líneas argumentales del pasado y abrir otras que tendrían relevancia hasta el mismísimo final de la saga. En suma, creo que sobran las razones para permitir que "Estación de nieblas" pase a formar parte de esta (algo abandonada) biblioteca.
Un cómic que se abre con una reunión familiar en la que los Eternos (Sueño, Muerte, Deseo, Destino, Delirio y Desespero) se comportan como una familia disfuncional, con sus trapos sucios y sus dolorosas ausencias, indica desde un primer momento que la habilidad de Gaiman para moldear a su antojo las convenciones de su propia mitología tiene como único límite su imaginación. No es el único momento en el que el lector se queda boquiabierto ante la repentina humanización de un ser trascendental: el incidente que da origen al relato (Lucifer se cansa de su labor como amo del Infierno y le entrega las llaves del mismo a Morfeo) no solo es uno de las mejores ideas de toda la saga, sino que también marca ese tono, como de anything goes, que va a presidir el resto del tomo. Porque "Estación de nieblas" es un interludio extrañamente cómico para una obra que se caracteriza por su (vale, lo reconozco) excesiva solemnidad, una humorada tan inteligente que es posible que uno necesite varias lecturas (y un par de libros sobre mitología) para llegar a comprenderla en toda su magnitud. Sin embargo, lo mejor de este impecable volumen no es el banquete que comparten las deidades nórdicas, egipcias, japonesas, cristianas y satánicas, sino la sensacional salida de tono que supone el capítulo cuarto: como tantas otras veces en "The Sandman", Gaiman convierte la digresión narrativa en un arte y se permite el lujo de introducir un cuento autoconclusivo a mitad de la narración principal, que solo tiene que ver con esta tangencialmente. En el relato macabro de la agonía y la muerte del joven Charles Rowland residen todas las claves de una obra donde Lucifer le reconoce a su enemigo que acertó al crear las puestas de sol, Odín crea por accidente a los superhéroes dentro de un Ragnarok en miniatura y las citas pertenecen a libros que nunca se escribieron, sino que solo existieron en los sueños de sus autores. Y que, por lo tanto, ahora no le pertenecen a nadie más que a Gaiman.
OTROS TÍTULOS DE LA BIBLIOTECA:
- Cuando Alice se subió a la mesa, de Jonathan Lethem
- La torre de los siete jorobados, de Emilio Carrere
- Q, de Luther Blissett
- El continente perdido y otros ensayos, de Aleister Crowley
- La exhibición de atrocidades, de J.G. Ballard
- Desesperación / Posesión, de Stephen King / Richard Bachman
11 comentarios
Fede -
De este tomo, en particular, hoy mismo acabo de terminar de leermelo y me encanto. Lucifer renunciando al Averno y el pobre de Sueño teniendo que lidiar con los candidatos a Señor del Infierno. Todo contado solo con la magistral forma que Gaiman tiene para hacerlo.
Me ha encantado la mezcla de panteones religiosos y en como a pesar de ser tan diferentes Odin, Thor, Loki, los angeles Dumas y Remiel, los demonios, los señores del Caos y del Orden, y los demas dioses, todos pudieron encajar en una misma historia...
Simplemente, magistral.
Recomiendo cien por cien a Gaiman y en especial, la saga de Sueño, al completo. Es un autentico disfrute.
Un saludo.
Alex -
Un saludo
Senador -
Y además me ha hecho volver a reencontrarme con el maravilloso mundo de los comics, que hace tiempo tenía olvidado.
kalimero -
De Sandman solo leí el primer número. Es otra de mis (incontables) asignaturas pendientes.
Saludos.
max -
WGV -
Ey y mira que lo he intentado eh, que Sandman lo lei casi casi del tiron. Yo de Gaiman nada, salvo la novela "Buenos presagios", pero porque cualquier aficionado a Terry Pratchett sabra perfectamente que tanto por ciento es de uno y que tanto por ciento es del otro.
Alvy Singer -
¡Qué ganas tenía de leer una nueva entrega de los clásicos marcianos!
Libertino -
EKI -
A ver si cuando termino las lecturas que tengo pendientes le pego una segunda repasada a la obra completa.
Javi -
Uno de los mejores (¿el mejor?) arco de la serie. Aunque quizás con lo que más disfruto sea con las historias cortas.
Aún así, uno de esos cómics que parece imposible que no se hicieran antes. Seguramente Sandman sea el único personaje divino (bueno, más o menos) que actúe como tal en el mundo del cómic. Sí, ese Thor con mayas está influyendo en mi juicio.
Ike Janacek -
No me parece Sandman una serie pedante, creo que esa es una visión que se le ha dado una vez se convirtió en referente "Obra Maestra", por ese vicio de "no puede ser tan popular y gustarme, a mí, que solo degusto rarezas exclusivas", por eso y por generar legiones de fans, quinceañeras y góticos.
Gaiman pocas veces olvida que es un cómic y no una novela, con su línea Vértigo, con sus "continuará" (la leí por entregas), "spin-offs" y demás, aunque pase por la batidora a Shakespeare, Robert Graves, Chesterton, C.S. Lewis y tantísimos otros: consigue un cómic entretenidísimo, lleno de buenas historias y geniales ideas
Ya sólo por habernos dado esa visión tan cojonuda de Lucifer merece ser un clásico.