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Biblioteca de clásicos marcianos (V): "La exhibición de atrocidades"

Biblioteca de clásicos marcianos (V): "La exhibición de atrocidades"

Todos los autores realmente valiosos tienen una obra como "La exhibición de atrocidades" (1970): de hecho, la autodisección suicida abunda tanto que casi puede ser considerada como un subgénero en sí misma, o como una prueba de fuego que distingue a los verdaderos fanáticos de los lectores casuales que, en el fondo, nunca entendieron de qué iba realmente su autor favorito. J.G. Ballard concibió esta novela post-posmoderna (escrita mucho antes de inventarse el término) como un radical coqueteo con la experimentación extrema, una asimilación de las enseñanzas de William S. Burroughs que pasa por el filtro de sus obsesiones personales la fragmentación narrativa del autor de "Yonqui" (1953). De este modo, todo Ballard está en "La exhibición", pero que nadie piense que esta es la mejor manera de introducirse en su obra: sólo los que hayan leído mucho Ballard serán capaces de desentrañar la maraña de imágenes de choque, frases ultracrípticas, ambientes malsanos, ideas retorcidadas, referencias oscurísimas y extrañamientos varios que componen este (mal) viaje al centro del cerebro de su autor. Y ni así.

"La exhibición", como la pesadilla no-narrativa que es, no tiene una trama definida: es, simplemente, un compendio de obsesiones personales que parecen girar en torno a un Apocalipsis que tendrá lugar única y exclusivamente en nuestras mentes (o que, quizás, ya ha tenido lugar). Con un protagonista que va mutando de nombre y de identidad a medida que salta de una novela condensada a otra, esta mesmérica obra maestra puede leerse también como una crónica alucinada de un siglo XX donde la realidad se dividió en millones de capas y la personalidad individual dejó de ser algo relevante. A lo largo de estas páginas, Ballard nos introduce en habitaciones que combinan carne y arquitectura, nos adelanta la fascinación por el choque automovilístico que serviría de base para su obra más recordada, nos enseña que nosotros somos nuestros ídolos (ya se llamen Marilyn Monroe, Brigitte Bardot o Ronald Reagan) y nos deja marchar con un último (y definitivo) relámpago de talento, titulado "El Asesinato de John Fitzgerald Kennedy considerado como una Carrera de Automóviles Cuesta Abajo". Además, si se lee mientras se escucha a Joy Division, puede provocar estados alterados de conciencia. En serio.

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12 comentarios

Noel -

¡Y con según qué drogas!

Javi -

Hay determinados grupos (Joy Division, Slint, Swans...) que no se deben mezclar con según qué lecturas.
Por lo que pueda pasar.

Noel -

¡Vaya, gracias! Le diré algo que intimida de verdad: la autobiografía de David Hasselhoff.

http://www.amazon.co.uk/Making-Waves-Autobiography-David-Hasselhoff/dp/0340909293

¡El Hoffatolah lo cuenta todo!

Hijo Tonto -

"Además, si se lee mientras se escucha a Joy Division, puede provocar estados alterados de conciencia."

Ai, Noelio, que es usted tan sabio que intimida.

Mr. Langosta -

Lo más flipante es que, amigos, existe una adaptación cinematográfica del libro. Dirigida en el año 2000 por un tal Jonathan Weiss, la cosa es digna de verse. Se puede encontrar en las redes P2P y es una versión bastante notable de la novela (o lo que quiera que sea).

Señor Toldo -

Obra maestra. Uno de los libros más deliciosamente extremos que he leído y que siempre me quedo con las ganas de regalar a familiares molestos.

El Vaugan -

Ballard es uno de los narradores conceptualmente más audaces de la modernidad, y, por así decirlo, podríamos llamar a "La Exhibición de Atrocidades", el vademecum de toda su narrativa.

Aquí os dejo la dirección de una reseña de "La Exhibición..." que yo mismo escribí hace algún tiempo en "El Sitio de la Ciencia Ficción" de Francisco José Súñer Iglesias, por si a alguien pudiera interesar:

http://www.ciencia-ficcion.com/opinion/op00599.htm

Aunque está firmado con mi identidad verdadera, hagánme el favor de guardarme el secreto, ;)

Saludos VideoArenileS.

Alvy Singer -

Ballard es en cierta manera similar a Kafka (o Philip K. Dick) en esa condición profética y yo lo veo como una herencia natural del bendito Kurt Vonnegut.

Lo de Kafka es que sigo extasiado, viéndolo como un proftea. En sus diarios el 11 de septiembre de 1912 escribió un sueño suyo.:

" Al principio no sabía realmente dónde estaba, solo cuando por casualidad me alcé una vez vi a la izquierda delante de mí y a la derecha detrás de mí el vasto mar claramente circunscrito, con muchos navíos de guerra alineados, y firmemente anclados. A la derecha se veía Nueva York, estábamos en el puerto de Nueva York. El cielo era gris, pero uniformemente claro. "

¡Un saludo!

kalimero -

"autodisección suicida" no se que significa pero suena que te cagas.

De Ballard no he leido nada asi que esperare a conocerle mas profundamente para liarme con una cosa tan aparentemente densa como esta.

Saludos.

Ike Janacek -

Duro y extraño. Es un libro que sufrí, pero no podía dejar, que incluso recuerdo con cierto "cariño" a pesar de los cabreos que pillé leyéndolo. Ideal para leer en el metro o el bus, señores, y acojonar a los que estén alrededor cuando empiecen los tics faciales.

Tones -

Yo lo lei antes de leer nada de Ballard. Y luego lo lei después de hber leido TODO Ballard. Puedo presumir de semejante cosa y de ambas lecturas como una de mis experiencias más extremas como lector.

Alvy Singer -

Ballard es otro de los que sigue ahí, encima de todo.