Humanoides en mi huerto
Tras La Semana del Disfraz de Gorila, el décimo aniversario de la muerte de Lucio Fulci, el Día de la Toalla y el Hammer Summer, Bizácoras se complace en añadir una festividad bizarra más a vuestras (supongo) apretadas agendas: hoy, 5 de diciembre, es el Día del Extraterrestre. Mr. Scari Wó explica el cómo y el por qué de este día tan señalado en el blog, así que pinchad en el enlace y leed atentamente las palabras del profesor Reinaldo Ríos (¡feliz cumpleaños!). Como orgulloso miembro de este colectivo de blogueros zetosos, no podía dejar de aportar mi granito de arena a la fiesta marciana, aunque no sé si será una aportación reseñable...
La cuestión es que pensaba escribir un posts sobre las invasiones extraterrestres más recordadas de todos los tiempos, empezando por H.G. Wells, haciendo un obligado alto en al camino para charlar con mis añorados cabezones de "Mars Attacks!" y acabando con... H.G. Wells (versión Spielberg). Por alguna razón, no me sentía cómodo escribiendo sobre fenómenos alienígenas a gran escala, así que he decidido centrarme en un algo mucho menos gigantesco pero, a mi entender, mucho más interesante: el avistamiento común, el contacto entre el ser de otros mundos y ser humano rústico, el encuentro en la tercera frase rural que acaba convirtiendo al protagonista en una celebridad local/objeto de burla y escarnio/ambas al mismo tiempo. En España tenemos unos cuantos ejemplos de todo ello, pero el que os voy a relatar hoy tuvo lugar en Valensole, un pueblo de Francia donde nunca pasaba nada, pero que el 1 de julio de 1965 fue testigo de uno de los casos más bizarros de la historia de la ufología. Bueno, el pueblo entero no: solamente un agricultor llamado Maurice Masse.
Al igual que Homer Simpson en el inolvidable crossover con "Expediente X", Masse emergió una mañana del campo diciendo incoherencias sobre seres cabezones que hablaban en idiomas extraños. Sus colegas del bar (que bien podría ser el lugar idóneo para contar un reciente contacto alienígena) le sugirieron que se calmara y les contara la historia desde el principio, y Masse accedió: según él, aún era de noche cuando se levantó para trabajar en una finca de lavanda situada a dos kilómetros de la población, actividad que formaba parte de su rutina diaria. Al poco de llegar allí, el bueno de Maurice escuchó un sonido agudo a unos pocos metros de su posición, y decidió acudir a investigar. Lo que vio allí fue, según él, algo inquietante... pero que no le produjo miedo en absoluto, sino una extraña sensación de paz interior: se trataba de dos arquetípicos hombrecillos grises recogiendo muestras de tierra junto a su todavía más canónico platillo volante. Puede que el rayo invisible con el que Masse afirmó haber sido congelado nada más acercarse a los misteriosos visitantes contribuyera un poco a fomentar esa sensación de la que hablaba, pero lo cierto es que el hombre nunca dejó de asegurar que permaneció al menos quince minutos completamente inmovilizado frente a los extraterrestres, quienes finalmente decidieron montar en su vehículo y abandonar la órbita terrestre con el mismo silbido penetrante con el que llegaron.
Básicamente, tres razones llevaron a las buenas gentes de Valensole a creer todo lo que decía Masse: a) el agricultor era un héroe de guerra y una persona de total confianza; y b) las huellas profundas que adornaban el lugar del supuesto aterrizaje, donde las plantas nunca volvieron a crecer con normalidad; y c) los efectos secundarios que sufrió el contactado durante varios meses, que se concretaban sobre todo en una necesidad imperiosa de dormir más de quince horas diarias (algo raro para un hombre que, antes del suceso, solía conformarse con unas cinco horas de sueño). Sin embargo, lo más fascinante del Caso Masse no fue lo que contó, sino lo que se callaba: en una entrevista con el investigador Aimé Michel, el héroe inmóvil afirmó que hay una parte de la historia que no se atrevió a contar ni siquiera a su mujer, un acontecimiento oscuro que Masse creía que la gente no estaba preparada para escuchar. "Todo lo que podría decir serían cosas que no serían comprendidas", afirmaba nuestro iluminado. "Tienes que vivirlo para entenderlo". Creo que la grandeza del fenómeno OVNI no está en las hipotéticas invasiones a gran escala, sino en los pequeños relatos llenos de misterio y encanto. En otras palabras: Maurice Masse, el hombre que se quedó inmóvil mientras contemplaba cosas fascinantes que probablemente sólo estuvieran dentro de su mente, es tan héroe como el Will Smith de "Independence Day".
10 comentarios
Alvy Singer -
Yo lo he pillado cuando el gremlin maligno se venga del conductismo del profesor del pueblo... Qué grande es Gremlins, una película que practicamente nunca me canso de ver y encima por navidades. La anécdota del Santa Claus del papá de la chica es el mejor cuento de navidad jamás contado.
Señor Toldo -
Y las dos partes de Gremlins -tan disfrutable la una como la otra- son mis dos películas navideñas predilectas desde que tengo uso de razón (para completar el cupo habría que sumar la primera Jungla y ya está -qué Capra ni qué leches!).
freddyvoorhees -
Noel -
Qué buena es, ¿no? Y la segunda no tiene (casi) nada que envidiarle.
Dani Lebowski -
Noel -
http://video.google.com/videoplay?docid=-1586234750770103088
Aviso: es posible que, si antes se toman algo de eso que ustedes se toman, jamás vuelvan a ser los mismos.
WGV -
En serio, si hablamos sobre avistamientos a pequeña escala debvemos empezar por aqui.
Todo lo que pudiera decir seria poco.
kalimero -
Un fuerte saludo y mis más sinceras felicitaciones para todos los aliens que conozco y a todos los lectores de El Emperador de los Helados procedentes de otros planetas.
Pd: el Impala del 64 es muy feo, con el del 61 rompieron el borde y nunca los Impalas volvieron a ser los mismos. Una lastima.
Saludos.
Noel -
Ya te dije que esa canción es la piedra angular de mi universo musical. La leyenda dice que Hoppus la escribió en 15 minutos, dando rienda suelta a toda su frustración y sus sentimientos encontrados: es música pura, de la que sale de las tripas. Por cierto, ¿has escuchado una versión semi-acústica que tocaron en un concierto de navidad del KROQ, allá por 1998? Como casi siempre que la tocaban en directo, DeLonge se encarga del estribillo y Hoppus canta "I wish I was a little bit taller / I wish I was a baller / I wish a had a girl that looked good / I woul call her / I wish I had a rabbit in a hat with a bat / And a six four Impala". Antológica.
Alvy Singer -
PD: Gracias! Cuando oigo como Mark canta "I won't try to argue" tengo un subidón de energía para sobrevivir a los madrugones y a todo lo que viene después que puede ser peor (o no).