Sangre a cascoporro
Fundado en 1879, el teatro Grand Guignol de París era, aunque hoy en día nos cueste un poco creerlo, una prolongación del movimiento naturalista de finales del XIX. Digo que hoy nos cuesta creerlo porque, cuando pensamos en naturalismo francés, tendemos a acordarnos de Zola, y no es eso: el teatro naturalista consistía en una ruptura con la artificiosidad del teatro clásico, en un intento de reflejar (a través de las interpretaciones y la puesta en escena) la realidad de la manera más veraz posible. Lo que, en el caso del Grand Guiñol, se tradujo en una apuesta clara por revelar el lado más truculento y oscuro del ser humano que, inevitablemente, acabó cayendo en el estilo hiperbólico que tanto criticaba. Y lo cierto es que, durante su etapa de máximo esplendor, nadie pareció quejarse.
Grand Guiñol Online es una interesante web que nos ofrece gran cantidad de material sobre el pequeño teatro que, noche tras noche hasta 1962, le dio al público de París exactamente lo que quería ver: sangre, sangre y más sangre. No hay mejor ejemplo de la ética y la estética del Grand Guiñol que André de Lorde, uno de los dramaturgos más prolíficos de su época y un auténtico precursor del gore: la locura, la mutilación, la tortura, la venganza y el clímax ultraviolento (es decir, todo lo que mola del teatro europeo) solían formar parte de su particular discurso creativo. Puede que el GG cerrara sus puertas a principios de la década de los 60, pero eso no significa que muriese sin dejar huella: de hecho, la principal razón de su cierre fue la migración de espectadores, que preferían pagar una entrada de cine para disfrutar de los mismos excesos grandguiñolescos acompañados de una caja de palomitas (suponiendo que ya las hubiera en el París del 1962). Lo cual demuestra que el buen arte popular nunca muere, sino que simplemente muta.
2 comentarios
Hijo Tonto -
El que hace arte con el mismo concepto es Jodorowsky, con Arrabal, por cierto, y ahí tiene el teatro Pánico de marras. Mucha sangre, mucho falo pero de una aburrición abominable.
Alvy Singer -
El gran guiñol hace de lo cafre un arte. ¡Qué gozada!