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"24": Día 5

"24": Día 5

En su último discurso a la nación, el presidente Charles Logan utiliza una cita del poeta jacobino John Donne para referirse al trauma por el que atraviesa su país tras el asesinato (autorizado por él mismo) de David Palmer. Ningún hombre es una isla, dice Logan, mientras los cimientos de su conspiración comienzan a resquebrajarse por completo. No es el único fragmento de la poesía metafísica de Donne que se puede aplicar a una serie como "24", que en su última temporada se ha cuestionado (de una manera bastante arriesgada y casi siempre satisfactoria) los conceptos de héroe-villano y la naturaleza de la amenaza en los Estados Unidos post-11 de septiembre. Que una serie de televisión a la que muchos consideraban emblema del neoconservadurismo de línea dura se haya atrevido a presentar a un presidente (sospechosamente parecido al actual) como gran villano debería servir para callar muchas bocas: tras un Cuarto Día en el que comenzaban a detectarse evidentes signos de agotamiento, la quinta temporada de "24" es un soplo de aire fresco, que apuesta claramente por el riesgo y vuelve a situar a la serie en lo más alto del panteón televisivo del siglo XXI.

¿Cuáles son las claves de que esta quinta temporada haya sido la más galardonada (cinco Emmys) de su ya extensa historia? Para empezar, la galería de villanos supera con creces a la del año pasado: el presidente Logan es quizá el más llamativo (pero también es más complejo y fascinante), Graham responde al perfil de villano frío y misterioso que merece ser explorado en profundidad durante la próxima temporada, Bierko es el clásico enemigo de segunda que vuelve casi al final para dar su último golpe (un tanto forzado, a decir verdad) y Christopher Henderson es, sencillamente, una de las mejores némesis con las que Jack Bauer se ha tenido que medir hasta la fecha. Interpretado magistralmente por un crepuscular Peter Weller, este antiguo mentor del protagonista tiene una de las muertes más memorables que hemos visto en la serie (a la altura de las de Nina Meyers y Stephen Sanders). La otra gran clave de la temporada es su impresionante control atmosférico, que toca el cielo durante la crisis que vive la UAT cuando los terroristas logran liberar gas nervioso en sus instalaciones: nunca un episodio de televisión había sido tan asfixiante, en todos los sentidos de la palabra. Las similitudes entre el clima casi apocalíptico que se vive en unas calles de Los Angeles bajo el toque de queda y el ambiente enrarecido que se respira en la residencia presidencial también son un grandísimo acierto, puntuado por unos actores que le dan a las intrigas gubernamentales un matiz puramente shakespeariano. De hecho, esta temporada de "24" se podría definir como una tragedia isabelina... con hostias. Y ahí es donde entra Jack.

Ahí va una cita de la canción "Sweetest Love, I Do Not Go", de Donne, que podría resumir perfectamente la experiencia vital de Jack Bauer: Anoche el sol se fue lejos, pero aquí está otra vez. La última vez que vimos amanecer, Bauer era un héroe sin identidad al que su propio gobierno (¡y el de China!) consideraba muerto, es decir, un hombre-isla. Ahora, Bauer amanece como un hombre nuevo que intenta conectar su soledad con la de una madre soltera y su hijo adolescente. Cuando el atentado contra Palmer, Almeida y Dressler le obligue a volver a su antigua vida, tendrá que volver a conectarla con la de unos seres queridos que le creían cadáver. Así, este Quinto Día es también la lucha de Jack Bauer por recuperar no sólo su identidad, sino también su humanidad. La pregunta, ahora que ya hemos visto los 24 episodios, es: ¿lo ha conseguido? Personalmente, creo que sí. Por eso, cuando es capturado por los chinos en el giro final, no le queda otra opción que suplicar que le maten: al fin y al cabo, ha vuelto a perder a Kim y a Audrey Raines. ¿Cuántas veces puede un hombre convertirse en isla? Aún nos quedan unos meses para saberlo: ¡que empiece ya a moverse el reloj del Sexto Día!

4 comentarios

E. Martín -

Yo al (ex)presidente Logan le veo muchísimo parecido a Nixon. No sólo en la cara, sino en como gesticula y cómo mueve la cabeza.

La facilidad con que la gente muere es parte del impacto de 24, de su aspecto "realista". Vease la ayudante de la Primera Dama, que muere junto a su hija y ni siquiera se ve.

kalimero -

La mejor temporada de la serie sin duda: desde el memorable primer episodio hasta el espectacular juego de espias del último pasando por el tremendo díptico en que la Uat es atacada y mueren McGill, Tony y Edgar.

Si hubiera que ponerle un pero sería que no han estado muy finos con el timing y que resulta deprimente que cualquier persona anónima que ayuda en un momento dado a Jack termine muerta (era necesario cargarse al dueño del banco?)

Pd: veremos en el primer episodio de la sexta a Jack huyendo por las calles de Shangai???

Saludos.

Noel -

Hm, sí, es una imagen final muy poderosa, pero te deja la sensación de que hay más. El final de la tercera, en el que Jack se rompía por completo y lloraba, era también un final cojonudo, pero siguieron. Siempre siguen.

Queco -

A riesgo de ir contracorriente, pienso que acaso éste habría sido el final ideal para la serie...