Quiero ver la madriguera de ese conejo...

Uno de los últimos enlaces del extenuante Boing Boing nos conduce directamente a este artículo de "The Guardian" sobre instalaciones artísticas heterodoxas e increíblemente grandes. Este conejo rosa a gran escala que veis en la foto es el último ejemplo de esta curiosa tendencia del arte moderno: es obra de un grupo vienés llamado Gelatin (siento no poder ampliaros la información, pero no lo había oído jamás y su página web no parece funcionar), que han colocado este simpático conejito en medio de la región de Piamonte (Italia) con el objetivo de que se quede ahí hasta el año 2025. El mensaje de la obra no está muy claro (seguro que sus responsables preferirían definirlo como polisémico), pero parece que se trata de hacer que los visitantes se den cuenta de lo insignificantemente pequeños que son en comparación con el Universo (o algo por el estilo), además de animarles a que escalen la suave piel del conejito y se queden a dormir una noche en su barriga rosa. O sea, algo parecido a Luther Blissett, pero sin el componente incendiario y subversivo. Neoísmo para pusilánimes.

El blog de "The Guardian" nos indica otros casos de gigantismo artísticos vistos en los últimos años, pero yo no quisiera acabar este post sin referirme al dibujante en activo más parecido a un artista conceptual: Chris Ware, que en su nueva faceta como ilustrador en el "New York Times Magazine" está logrando convertir la tira cómica en una instalación metalingüística. Su Building Stories es un "13 Rue del Percebe" postmoderno y ultra-cool que está llamado a inaugurar un nuevo capítulo en la historia de la tira dominical.