El drama sobreactuado
Una expresión de vergüenza dibujándose en el rostro de una actriz aficionada mientras, sin un atisbo de convicción, intenta recitar sus líneas. Un marido infiel que contempla cómo su abnegada familia le ha preparado una fiesta sorpresa por su cumpleaños. Una ama de casa que se adentra voluntariamente en el bosque que separa su complejo residencial del mundo exterior. "Vía revolucionaria" (1961), primera y magistral novela del escritor torturado Richard Yates, está llena de imágenes cargadas de resonancia, de pequeños detalles que parecen manchas casi inapreciables en la lujosa moqueta de la América de Eisenhower. Yates, bautizado como el gran cronista de la Era de la Ansiedad, trabajaba en un área que también recorrió John Cheever: los suburbios, esos confortables e inmaculados paraísos del bienestar que, como sucedía al comienzo de "Terciopelo azul" (1986), esconden un infierno de hormigas bajo sus mantos de césped recién cortado. El secreto de "Vía revolucionaria" no sólo estaba en los detalles, sino también en la sutileza de su prosa: la de los Wheeler (familia nuclear que parece el reverso explícitamente tenebroso de una comedia de Doris Day y Rock Hudson) es una tragedia imperceptible, una lenta erosión del Sueño Americano en un contexto que asfixia la individualidad y pulveriza lo diferente. Yates escribió una novela de horror con los recursos de una sitcom como "Embrujada", descubrió un cadáver pudriéndose de forma horrible al fondo de una ilustración de Norman Rockwell, llevó el Apocalipsis a un cuadro de Edward Hopper.
En su crítica de "Vía revolucionaria" para "The New York Times" (9 de abril de 2000), Richard Ford describió la novela como American Beauty (Circa 1955). En ese sentido, resultaba casi inevitable que Sam Mendes se fijase en Yates a la hora de planificar su segundo intento de rodar la Gran Película Americana. Revolutionary Road, adaptación lujosa, notable y con hambre de Oscar, es un hueso duro de roer para cualquier crítico: por un lado, supone una de las aproximaciones más certeras a los llamados Virgilios de los subirbios (Cheever, Updike o el propio Yates) que jamás nos ha dado el cine; por otro, ejemplifica de manera diáfana la imposibilidad de traducir la sutileza de un medio a otro. Lo que en el original era un drama imperceptible es aquí un drama sobreactuado. Y no sólo por las toneladas de energía que Leonardo DiCaprio y Kate Winslet ponen en sus peleas conyugales, sino por esa tendencia al subrrayado que ha caracterizado al cine de calidad en este 2008: la película ofrece explícitamente todas las claves para interpretarla, convirtiendo toda sutileza en un auténtico grito. Cabe preguntarse si el problema no estará en el propio medio de expresión, si la única manera de adaptar "Vía revolucionaria" al cine era convirtiéndola en un drama ostentoso y explícito. Si, en suma, el mal llamado séptimo arte no será impermeable a todo aquello que convertía a Yates en el (o en un) gran novelista americano. Sea como sea, "Revolutionary Road" es la mejor adaptación que Hollywood ha podido hacer de un material que, definitivamente, no estaba hecho para Hollywood.
9 comentarios
camon beibi -
iban -
Noel -
Andrew Zimmerman -
Alvy Singer -
Noel -
Andrew Zimmerman -
Dr Zito -
Alvy Singer -
¡EXCELENTE CRÍTICA! Espero ver Revolutionary y sumarme.