Top 10 Censura moderna (y II)
5. Salò o los 120 días de Sodoma: Muchos piensan que el brutal, oscurísimo asesinato de Pier Paolo Pasolini en la playa de Ostia tuvo mucho que ver en el proceso de demonización que sufrió su última obra, pero lo cierto es que "Salò" habría sufrido el mismo boicot inquisitorial aunque su autor hubiera estado allí para defenderla. La única diferencia es que él hubiera podido experimentar la satisfacción de comprobar cómo su última y definitiva palabra tenía exactamente el efecto deseado. "Salò" no es simplemente un catálogo de horrores radicalmente sadianos, sino la mejor y más lúcida interpretación que ningún artista ha hecho jamás sobre el maestro: lo que horrorizó a las autoridades italianas y australianas (entre otras muchas) no fue el alto contenido érotico-violento de sus imágenes, sino la devastadora crítica de la sociedad occidental (incluso de la esencia misma del ser humano) que estas escondían. Definida por el crítico Sergi Sánchez como "la peor pesadilla de la historia del cine", "Salò" también es una de las pocos ejemplos de Cine Total que realmente están sustentados sobre un discurso autoral complejo y a contracorriente: aún hoy, sigue provocándonos pánico y obligándonos a mirar, a no apartar la vista por mucho que nos incomode, porque abandonar la película sería, también, un acto de censura.
4. Hitler = SS: Jerry Lewis debería saberlo mejor que nadie: hay pocas cosas tan difíciles como hacer humor en el marco del Holocausto. Es posible salir de una pieza si concebimos el Humor del Horror como algo blanco y ñoño ("La vida es bella", 1999), pero es absolutamente inconcebible tomar otra dirección sin acabar siendo despedazado por todos los bandos posibles. En 1996, el Tribunal Constitucional condenó a un mes de arresto y 100.000 pesetas de multa a Damián Carulla, editor español del cómic "Hitler = SS", para mayor satisfacción de alguien tan honorable como Enric Marco. Por aquel entonces, este hombre de intachable reputación estaba al frente de la asociación Amical Mauthausen, que consideró que la obra de Vuillemin y Gourio suponía una exaltación filonazi de los campos de exterminio, una humillación a los que allí fueron confinados y una justificación del Holocausto que (y cito) "no cabe en la libertad de expresión". Prohibida también en Alemania e Italia, "Hitler = SS" (publicada originalmente en 1986, dentro de la revista "Hara-Kiri") es una obra abyecta y extrema hasta la médula, dotada de un über-macabro sentido del humor que iguala a víctimas y verdugos, además de derribar varios tabúes y ridiculizar las eufemísticas maneras que tiene el arte de acercarse al Holocausto (en ese sentido, "El Pianista" de Polanski es el epítome del acto de cogérsela con papel de fumar). "Hitler = SS" demuestra que se puede hacer Humor del Horror, pero que el resultado no es, precisamente, Roberto Benigni haciendo el payaso.
3. Censura MTV: La censura no siempre tiene que ver con la prohibición o el boicot de una obra, no digamos ya con ejemplos extremos como el de Salman Rushdie o las quemas de libros. Existe otra modalidad, más cotidiana y difícil de identificar como tal, que tiene en el canal MTV su ejemplo más diáfano: el bleep, el pixelado, el falso directo, la sustitución de palabras potencialmente ofensivas o el remontaje de vídeos han llegado a convertirse ya en señas de identidad de artistas como Marilyn Manson, Snoop Dogg o Eminem. Esta censura profiláctica ha llegado hasta extremos realmente enfermizos, como el hecho de suprimir la palabra nigger de un videoclip de Kanye West, de eliminar todo tipo de referencias (incluso las más pueriles) a las armas de fuego en las letras de las canciones o de convertir un tema como "Hollaback Girl" (en el que la palabra shit se llega a mencionar hasta 38 veces) en una cacofonía aún más ininteligible que la original. Incluso gente tan poco sospechosa de corromper mentes infantiles como Maroon 5 o Avril Lavigne han tenido que retocar sus vídeos para poder salir en la MTV. Por supuesto, no se trata de la única cadena que practica esta censura preventiva: recordemos la fiebre por el falso directo que sufrió la televisión norteamericana tras el escándalo de Janet Jackson en la Super Bowl de 2004 o la aparente ultraprotección a la que se sometieron nuestras cadenas cuando tanto se hablaba del horario infantil. Madonna podría ser la perfecta metonimia del supuesto peligro de la música pop: sus crucifixiones sobre el escenario parecen calculadas (y, en el fondo, escasamente incendiarias) provocaciones dirigidas hacia los de siempre, mientras que su espantada con el videoclip original de "American Life" (2003) debería servir para dejar muy claro hasta dónde está dispuesta a llegar una artista superventas a la hora de remover conciencias: más o menos, hasta la esquina.
2. Portada del número 1.573 de "El Jueves": La postura vejatoria, la retirada de los moldes, los policías recorriendo kioskos, los michelines, el secuestro de la web, el comunicado de emergencia, Tom Cruise y Katie Holmes, los 2.500 euros en eBay, el número de rectificación, el juicio, la sentencia, el "Cómo os habéis pasado", los programas del corazón, los hermanos Bécquer, la pasividad del Gobierno... Recuerdos imborrables. Todos ellos.
1. Lenny: "Son sólo palabras", dijo Lenny Bruce (o Dustin Hoffman poseído por su espíritu) en la sala 2-B de los juzgados de Nueva York. Es la defensa de un hombre desesperado, de alguien que no es capaz de comprender cómo las palabras pueden convertir a uno en un delincuente. "Las palabras no son armas", pero Lenny Bruce comprobó en sus huesos que, en ocasiones, pueden ser algo mucho más peligroso para el poder. La leyenda cuenta que le acusaron por obscenidad pública porque, en realidad, no lograron reunir pruebas que le incriminaran de cometer ataques verbales contra la iglesia católica, pero da lo mismo: Lenny fue juzgado y condenado por una cuestión de lenguaje. De hecho, para él todo era una cuestión de lenguaje, más concretamente, de perversión del lenguaje ("Life is a four-letter word"). Es el atentado más diáfamo que uno puede imaginar contra la libertad de expresión, y convirtió a su víctima en un mártir y un visionario: no estamos tan lejos de ver el día en que se cumpla una de sus más acertadas profecías, es decir, el día en que la palabra "café" sea considerada una palabrota. Como el gigantesco Bill Hicks, como el titán Richard Pryor, Lenny Bruce acabó mal, pero, a diferencia de las palabras, su recuerdo no será arrastrado por el viento: tal como escribió Brian Josepher, él fue el Alexis de Tocqueville de su tiempo.
14 comentarios
Jose -
Glorioso Top 1, por cierto
Intramuros -
morri -
M -
Miguel -
En el inMundo de hoy, en la primera página, 2 noticias sobre censura en los medios (por demediados) de comunicación. Noelio es un genio.
jvol -
ktuluz -
*lars -
Mycroft -
Mis amigos no entienden la reverencia que siento ante la película. ¿Un tío hablando, en blanco y negro, un juicio, y va y se muere?
La película de Fosse habla de mucho más: El límite de la palabra, el límite de la libertad de pensar y de hablar.
Juan -
Sigue asi.
Tones -
Miguel -
Mientras tanto, ponga aquí la yema de su dedo índice.
CCCC.
Alvy Singer -
Alvy Singer -
Por cierto muy bueno el recuerdo de Hitler=SS, ya era hora que esto de la memoria histórica debería llamarse alzheimer histórico porque ya ve.... aunque discrepo bastante en lo de considerar arte (vía paréntesis) el acercamiento de Polanski, me parece una equivocación suprema. Los acercamientos al holocausto los han hecho Primo Levi o Sebald. ¿Le parece que se la cogen con papel de fumar?