Deje que pongamos tierra de por medio
Esta foto fue tomada esta primavera en el cementerio de Phelps (Nueva York): según afirma su autor (anónimo), la sombra que se ve detrás de la lápida no fue creada por nada ni nadie, y les fue imposible reproducirla en posteriores experimentos. Fotos como esta son la razón por lo que a cierto sector de la juventud urbana (en el cual me incluyo a mí mismo) le gusta tanto irse de cementerios, aunque en ningún otro lugar tiene tanta emoción como en Londres. Y, más concretamente, en el cementerio de Highgate, cuna del legendario Vampiro de Highgate.
Dejemos que el ínclito David Farrant sea el que nos explique del mito: Todo empezó realmente a finales de los 60-principios de los 70, cuando amplios testimonios empezaron a llegar a la British Psychic and Occult Society, hablando de una 'figura alta y oscura' con unos 'hipnóticos ojos rojos' (...) Fue vista por varios testigos locales, algunos de los cuales incluso afirmaron haber sido atacados por esta amenazadora figura, que desapercía invariablemente sin dejar rastro después de las supuestas confrontaciones. Farrant y su equipo decidieron pasar la noche del 6 de febrero de 1970 en el cementerio: según su informe, le pareció ver una figura gris paseando entre las tumbas, aunque ninguno de sus colaboradores pareció percatarse. Una semana después se registró la noche de mayor actividad paranormal en la historia del cementerio: varios testigos afirmaron haber visto toda una pléyade de apariciones, que iban desde un ser fantasmal montado en bicicleta hasta nuestro vampiro ataviado con un sombrero negro, pasando por un niño chapoteando en el estanque o la proverbial mujer de blanco (un arquetipo realmente infalible).
Con la prensa cada vez más interesada en el tema, Farrant y su colaborador Sean Manchester garantizaron haber resuelto el misterio: al parecer, la misteriosa figura no era un fantasma, sino nada menos que un poderosísimo vampiro (Manchester utilizó el asombroso término a King Vampire of the Undead, con mayúsculas y todo) de la Rumanía medieval, cuyo ataúd había sido transportado hasta Highgate en el siglo XVIII. Según el dúo de cazafantasmas, el vampiro había sido despertado por uno de los muchos grupos de satanistas y gamberros que gustaban de colarse en el cementerio por las noches. Unos cuantos zorros degollados le parecieron a Manchester prueba suficiente para apoyar su teoría, de modo que organizó una caza del vampiro para el viernes 13 (je) de marzo del 70, a la que acudieron decenas de aguerridos londinenses e incluso la cadena de televisión ITV. Al final, nadie cazó al vampiro, aunque Manchester afirmó haber devuelto a la criatura al Infierno con uno de los exorcismos que organizó aquella noche por todo el cementerio. Faltaría más.
Lo que sucedió después no fue ni la mitad de divertido: los dos investigadores se pelearon (Farrant creía que Manchester era un farsante al que le interesaba más la fama que la aniquilación del ser maligno, y viceversa) y se citaron para un duelo de magos que debería haber tenido lugar el viernes 13 (je, je) de abril en Parliament Hill... pero al que ninguno de los dos se presentó. Aún hoy, después de que Farrant fuera encarcelado un tiempo por una tontería relacionada con la profanación de tumbas, ambos investigadores aún siguen sin hablarse y aprovechando la menor ocasión para poner verde al otro. Como los miembros de un grupo de rock que se separó hace décadas, pero con una de las mejores estafas sobrenaturales ever de por medio. En las inmortales palabras de trestristesninjas, múdese a nuestro cementerio, sobre todo si tiene leyendas urbanas tan irresistibles como esta.
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