Aquellas maravillosas radios
Contaba Terry Gilliam en una entrevista que su prodigiosa imagimación no provenía de su experiencia con las drogas psicodélicas (como medio afirmaba el periodista), sino de su infancia sentado ante un aparato de radio: las realidades paralelas de naturaleza puramente sonora que creaban los seriales radiofónicos disparaban la imaginación del pequeño Gilliam mucho más que cualquier cóctel psicotrópico. Este es sólo un ejemplo más de la poderosa influencia que ejercieron los seriales radiofónicos en varias generaciones de americanos que, literalmente, no tenían otra manera de entretenerse. El poder del medio era tal que, el 30 de octubre de 1938, Orson Welles se aprovechó de la credulidad de sus oyentes para retransmitir en directo una invasión alienígena, con el consiguiente pánico generalizado que se extendió por todo el país (ver si no "Días de radio", de Woody Allen).
En realidad, la retransmisión de Welles no era más que otra ficción radiofónica (se trataba simplemente de una adaptación de "La Guerra de los Mundos") en una época en la que arrasaban las ficciones radiofónicas, que alcanzaron su formulación más lucrativa e irresistible en el serial. Adaptación de una técnica ya se venía haciendo en literatura con éxito considerable (y que luego también llegaría al cine), el serial radiofónico tenía la capacidad de atrapar a sus oyentes con una trama fragmentada que les obligaba a volver la próxima semana para descubrir cómo se resolvería la situación límite con la acababa cada emisión (lo que se conoce en inglés como "cliffhanger"). Los selectos repartos de voces, efectos de sonido de lo más variado y los sempiternos mensajes de nuestro patrocinador -casi siempre una marca de jabón o de cereales- son las señas de identidad de una forma de entretenimiento que lleva sepultada varios años, pero que ahora se puede recuperar gracias a Internet.
En la página de Simply Scipts se pueden encontrar un buen número de transcripciones de estos seriales, además de enlaces a webs donde podemos hacernos con CDs recopilatorios de algunos de los programas. La verdad es que hay de todo: desde Abbott y Costello hasta Sherlock Holmes, pasando por Superman, Doc Savage, La Sombra, Flash Gordon, El Llanero Solitario y hasta La Pimpinela Escarlata. Yo personalmente me quedo con la representación de Drácula por parte del Mercury Theatre y con Jack Amstrong, The All American Boy. Y, por supuesto, ese Green Hornet que parece que ahora vuelve a ponerse de moda.
En realidad, la retransmisión de Welles no era más que otra ficción radiofónica (se trataba simplemente de una adaptación de "La Guerra de los Mundos") en una época en la que arrasaban las ficciones radiofónicas, que alcanzaron su formulación más lucrativa e irresistible en el serial. Adaptación de una técnica ya se venía haciendo en literatura con éxito considerable (y que luego también llegaría al cine), el serial radiofónico tenía la capacidad de atrapar a sus oyentes con una trama fragmentada que les obligaba a volver la próxima semana para descubrir cómo se resolvería la situación límite con la acababa cada emisión (lo que se conoce en inglés como "cliffhanger"). Los selectos repartos de voces, efectos de sonido de lo más variado y los sempiternos mensajes de nuestro patrocinador -casi siempre una marca de jabón o de cereales- son las señas de identidad de una forma de entretenimiento que lleva sepultada varios años, pero que ahora se puede recuperar gracias a Internet.
En la página de Simply Scipts se pueden encontrar un buen número de transcripciones de estos seriales, además de enlaces a webs donde podemos hacernos con CDs recopilatorios de algunos de los programas. La verdad es que hay de todo: desde Abbott y Costello hasta Sherlock Holmes, pasando por Superman, Doc Savage, La Sombra, Flash Gordon, El Llanero Solitario y hasta La Pimpinela Escarlata. Yo personalmente me quedo con la representación de Drácula por parte del Mercury Theatre y con Jack Amstrong, The All American Boy. Y, por supuesto, ese Green Hornet que parece que ahora vuelve a ponerse de moda.
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Mr. Sark -