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Chris Morris y la "sick comedy"

Chris Morris y la "sick comedy" Seguimos con ingleses excéntricos: si la semana pasada os hablaba de Andy Reily y sus conejos suicidas, hoy le toca el turno a Chris Morris, humorista satírico y apóstol de la sick comedy, o humor enfermo (para entendernos). Hasta ahora su proyecto más famoso ha sido "Brass Eye" (1997), una breve teleserie que Channel 4 accedió a emitir pese a que los temas que trataba no eran exactamente para todos los gustos: incesto, suicidio, sadomasoquismo, violación, drogadicción... Al parecer, Morris consideró que los seis capítulos de los que constaba la serie no escandalizaron lo suficente, por lo que en 2001 volvió con un especial sobre la pedofilia que, esta vez sí, provocó estragos en el bienpensante pueblo británico: algunos de sus detractores (muchos de ellos confesando previamente que no habían visto el programa) acusaron a Morris de bularse directamente de los menores víctimas de abusos, mientras que todo periodista que intentaba defenderlo alegando que, en realidad, era una sátira sangrante y exagerada sobre la manera que tienen los medios de tratar el tema se juagaba poco menos que el despido (dependiendo de para qué periódico o cadena de TV trabajaba, claro). Este controvertido especial (la prueba de que Morris es Satanás encarnado, que dijo un crítico británico) y los otros seis episodios se pueden encontrar en una edición especial en DVD plagada de suculentos extras: el episodio dedicado a las drogas, por ejemplo, incorpora comentarios de heroinómanos reales recién recogidos del arroyo.

Pero no solo de "Brass Eye" vive Morris: The Smoke Hammer, su web oficial, consta nada más que de unos pocos vídeos de George Bush quedando en ridículo, pero también tenemos Glebe's Thrift Funnel, una página realizada por fans donde se pueden encontrar clips de audio de los míticos programas radiofónicos con los que Morris empezó... y de los que era sistemáticamente expulsado por gastar bromas de mal gusto a sus oyentes. O sea, que nada mejor que Chris Morris para celebrar este Día de los Inocentes que se intuye especialmente largo y aburrido.

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